Cuento Anton Chejov.

Páginas: 458 (114254 palabras) Publicado: 16 de febrero de 2013
CHIEJOV.
Antologia de Cuentos
Antón Chejov

1

Aniuta
Por la peor habitación del detestable Hotel Lisboa paseábase infatigablemente el
estudiante de tercer año de Medicina Stepan Klochkov. Al par que paseaba,
estudiaba en voz alta. Como llevaba largas horas entregado al doble ejercicio,
tenía la garganta seca y la frente cubierta de sudor.
Junto a la ventana, cuyos cristales empañabala nieve congelada, estaba sentada
en una silla, cosiendo una camisa de hombre, Aniuta, morenilla de unos
veinticinco años, muy delgada, muy pálida, de dulces ojos grises.
En el reloj del corredor sonaron, catarrosas, las dos de la tarde; pero la
habitación no estaba aún arreglada. La cama hallábase deshecha, y se veían,
esparcidos por el aposento, libros y ropas. En un rincón había un lavabonada
limpio, lleno de agua enjabonada.
- El pulmón se divide en tres partes -recitaba Klochkov-. La parte superior llega
hasta cuarta o quinta costilla...
Para formarse idea de lo que acababa de decir, se palpó el pecho.
- Las costillas están dispuestas paralelamente unas a otras, como las teclas de un
piano -continuó- Para no errar en los cálculos, conviene orientarse sobre un
esqueleto osobre un ser humano vivo... Ven, Aniuta, voy a orientarme un poco...
Aniuta interrumpió la costura, se quitó el corpiño y se acercó. Klochkov se sentó
ante ella, frunció las cejas y empezó a palpar las costillas de la muchacha.
- La primera costilla -observó- es difícil de tocar. Está detrás de la clavícula...
Esta es la segunda, esta es la tercera, esta es la cuarta... Es raro; estásdelgada, y,
sin embargo, no es fácil orientarse sobre tu tórax... ¿Qué te pasa?
- ¡Tiene usted los dedos tan fríos!...
- ¡Bah! No te morirás... Bueno; esta es la tercera, esta es la cuarta... No, así las
confundiré... Voy a dibujarlas...
Cogió un pedazo de carboncillo y trazó en el pecho de Aniuta unas cuantas
líneas paralelas, correspondientes cada una a una costilla.
- ¡Muy bien! Ahora veoclaro. Voy a auscultarte un poco. Levántate.
La muchacha se levantó y Klochkov empezó a golpearle con el dedo en las
costillas. Estaba tan absorto en la operación, que no advertía que los labios, la
nariz y las manos de Aniuta se habían puesto azules de frío. Ella, sin embargo,
no se movía, temiendo entorpecer el trabajo del estudiante. «Si no me estoy
quieta -pensaba- no saldrá bien de losexámenes.»

2

- ¡Sí, ahora todo está claro! -dijo por fin él, cesando de golpear-. Siéntate y no
borres los dibujos hasta que yo acabe de aprenderme este maldito capítulo del
pulmón. Y comenzó de nuevo a pasearse, estudiando en voz alta. Aniuta, con las
rayas negras en el tórax, parecía tatuada. La pobre temblaba de frío y pensaba.
Solía hablar muy poco, casi siempre estaba silenciosa, ypensaba, pensaba sin
cesar.
Klochkov era el sexto de los jóvenes con quienes había vivido en los últimos seis
o siete años. Todos sus amigos anteriores habían ya acabado sus estudios
universitarios, habían ya concluido su carrera, y, naturalmente, la habían
olvidado hacía tiempo. Uno de ellas vivía en París, otros dos eran médicos, el
cuarto era pintor de fama, el quinto había llegado acatedrático. Klochkov no
tardaría en terminar también sus estudios. Le esperaba, sin duda, un bonito
porvenir, acaso la celebridad; pero a la sazón se hallaba en la miseria. No tenían
ni azúcar, ni té, ni tabaco. Aniuta apresuraba cuanto podía su labor para llevarla
al almacén, cobrar los veinticinco copecs y comprar tabaco, té y azúcar.
- ¿Se puede? -preguntaron detrás de la puerta.
Aniuta se echó atoda prisa un chal sobre los hombros.
Entró el pintor Fetisov.
- Vengo a pedirle a usted un favor -le dijo a Klochkov-. ¿Tendría usted la bondad
de prestarme, por un par de horas, a su gentil amiga? Estoy pintando un cuadro
y necesito una modelo.
- ¡Con mucho gusto! -contestó Klochkov-. ¡Anda, Aniuta!
- ¿Cree usted que es un placer para mí? -murmuró ella.
- ¡Pero mujer! -exclamó...
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