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Páginas: 5 (1236 palabras) Publicado: 13 de enero de 2014
¡Está bien!

Porque contemplo aún albas radiosas 
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas 
en que tiembla el lucero de Belén, 
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas 
gracias, ¡está bien! 

Porque en las tardes, con sutil desmayo, 
piadosamente besa el sol mi sien, 
y aun la transfigura con su rayo: 
gracias, ¡está bien! 

Porque en las noches una voz me nombra 
(¡voz de quien yome sél), y hay un edén 
escondido en los pliegues de mi sombra: 
gracias, ¡está bienI 

Porque hasta el mal en mí don es del cielo, 
pues que, al minarme va, con rudo celo, 
desmoronando mi prisión también; 
porque se acerca ya mi primer vuelo: 
gracias, ¡está bien!

A Leonor

Tu cabellera es negra como el ala 
del misterio; tan negra como un lóbrego 
jamás, como un adiós, como un«¡quién sabe!» 
Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos! 

Tus ojos son dos magos pensativos, 
dos esfinges que duermen en la sombra, 
dos enigmas muy bellos... Pero hay algo, 
pero hay algo más bello aún: tu boca. 

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente 
para el amor, para la cálida 
comunión del amor, tu boca joven; 
pero hay algo mejor aún: ¡tu alma! 

Tu alma recogida,silenciosa, 
de piedades tan hondas como el piélago, 
de ternuras tan hondas... 
Pero hay algo, 
pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!

A una francesa

El mal, que en sus recursos es proficuo, 
jamás en vil parodia tuvo empachos: 
Mefistófeles es un cristo oblicuo 
que lleva retorcidos los mostachos. 

Y tú, que eres unciosa como un ruego 
y sin mácula y simple como un nardo, tienes trágica crin dorada a fuego 
y amarillas pupilas de leopardo.


Amiga, mi larario está vacío

Amiga, mi larario esta vacío: 
desde que el fuego del hogar no arde, 
nuestros dioses huyeron ante el frío; 
hoy preside en sus tronos el hastío 
las nupcias del silencio y de la tarde. 

El tiempo destructor no en vano pasa; 
los aleros del patio están en ruinas; 
ya no forman allí suleve casa, 
con paredes convexas de argamasa 
y tapiz del plumón, las golondrinas. 

¡Qué silencio el del piano! Su gemido 
ya no vibra en los ámbitos desiertos; 
los nocturnos y scherzos han huido... 
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido! 
¡Misterioso ataúd de trinos muertos! 

¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas, 
ni lirios, ni libélulas de seda, 
ni cocuyos de luz, nimariposas... 
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas; 
el viento sopla, la hojarasca rueda. 

Amiga, tu mansión está desierta; 
el musgo verdinegro que decora 
los dinteles ruinosos de la puerta, 
parece una inscripción que dice: ¡Muerta! 
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!




Cobardía

Pasó con su madre. ¡Qué rara belleza! 
¡Qué rubios cabellos de trigo garzul! 
¡Qué ritmo en el paso!¡Qué innata realeza 
de porte! ¡Qué formas bajo el fino tul... 

Pasó con su madre. Volvió la cabeza: 
¡me clavó muy hondo su mirada azul! 

Quedé como en éxtasis... Con febril premura, 
«¡Síguela!», gritaron cuerpo y alma al par. 

...Pero tuve miedo de amar con locura, 
de abrir mis heridas, que suelen sangrar, 
¡y no obstante toda mi sed de ternura, 
cerrando los ojos, la dejépasar!


Autor: Amado Nervo


La Sentencia del Justo

Firma Pilatos la que juzga ajena
Sentencia, y es la suya. ¡Oh caso fuerte!
¿Quién creerá que firmando ajena muerte 
el mismo juez en ella se condena?

La ambición de sí tanto le enajena
Que con el vil temor ciego no advierte
Que carga sobre sí la infausta suerte,
Quien al Justo sentencia a injusta pena.

Jueces del mundo detenedla mano,
Aún no firméis, mirad si son violencias
Las que os pueden mover de odio inhumano;

Examinad primero las conciencias,
Mirad no haga el Juez recto y soberano
Que en la ajena firméis vuestras sentencias



A una Rosa

Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana...
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