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Páginas: 5 (1109 palabras) Publicado: 4 de abril de 2013
en mi habitación y lloré toda la noche. O al menos una buena
parte. Después, con aparente resignación, entré en la gloriosa Facultad de
Derecho, pero al cabo de un mes me inscribí en el taller de poesía de Julio César
Álamo, en la Facultad de Filosofía y Letras, y de esa manera conocí a los real
visceralistas o viscerrealistas e incluso vicerrealistas como a veces gustan
llamarse. Hastaentonces yo había asistido cuatro veces al taller y nunca había
ocurrido nada, lo cual es un decir, porque bien mirado siempre ocurrían cosas:
leíamos poemas y Álamo, según estuviera de humor, los alababa o los
pulverizaba; uno leía, Álamo criticaba, otro leía, Álamo criticaba, otro más volvía a
leer, Álamo criticaba. A veces Álamo se aburría y nos pedía a nosotros (los que en
esemomento no leíamos) que criticáramos también, y entonces nosotros
criticábamos y Álamo se ponía a leer el periódico.
El método era el idóneo para que nadie fuera amigo de nadie o para que las
amistades se cimentaran en la enfermedad y el rencor.
Por otra parte no puedo decir que Álamo fuera un buen crítico, aunque
5siempre hablaba de la crítica. Ahora creo que hablaba por hablar. Sabía lo queera
una perífrasis, no muy bien, pero lo sabia. No sabía, sin embargo, lo que era una
pentapodia (que, como todo el mundo sabe, en la métrica clásica es un sistema de
cinco pies), tampoco sabía lo que era un nicárqueo (que es un verso parecido al
falecio), ni lo que era un tetrástico (que es una estrofa de cuatro versos). ¿Que
cómo sé que no lo sabía? Porque cometí el error, el primerdía de taller, de
preguntárselo. No sé en qué estaría pensando. El único poeta mexicano que sabe
de memoria estas cosas es Octavio Paz (nuestro gran enemigo), el resto no tiene
ni idea, al menos eso fue lo que me dijo Ulises Lima minutos después de que yo
me sumara y fuera amistosamente aceptado en las filas del realismo visceral.
Hacerle esas preguntas a Álamo fue, como no tardé encomprobarlo, una prueba
de mi falta de tacto. Al principio pensé que la sonrisa que me dedicó era de
admiración. Luego me di cuenta que más bien era de desprecio. Los poetas
mexicanos (supongo que los poetas en general) detestan que se les recuerde su
ignorancia. Pero yo no me arredré y después de que me destrozara un par de
poemas en la segunda sesión a la que asistía, le pregunté si sabíaqué era un
rispetto. Álamo pensó que yo le exigía respeto para mis poesías y se largó a
hablar de la crítica objetiva (para variar), que es un campo de minas por donde
debe transitar todo joven poeta, etcétera, pero no lo dejé proseguir y tras aclararle
que nunca en mi corta vida había solicitado respeto para mis pobres creaciones
volví a formularle la pregunta, esta vez intentandovocalizar con la mayor claridad
posible.
—No me vengas con chingaderas, García Madero —dijo Álamo.
—Un rispetto, querido maestro, es un tipo de poesía lírica, amorosa para
ser más exactos, semejante al strambotto, que tiene seis u ocho endecasílabos,
los cuatro primeros con forma de serventesio y los siguientes construidos en
pareados. Por ejemplo... —y ya me disponía a darle uno o dosejemplos cuando
Álamo se levantó de un salto y dio por terminada la discusión. Lo que ocurrió
después es brumoso (aunque yo tengo buena memoria): recuerdo la risa de
Álamo y las risas de los cuatro o cinco compañeros de taller, posiblemente
celebrando un chiste a costa mía.
6Otro, en mi lugar, no hubiera vuelto a poner los pies en el taller, pero pese a
mis infaustos recuerdos (o a laausencia de recuerdos, para el caso tan infausta o
más que la retención mnemotécnica de éstos) a la semana siguiente estaba allí,
puntual como siempre.
Creo que fue el destino el que me hizo volver. Era mi quinta sesión en el
taller de Álamo (pero bien pudo ser la octava o la novena, últimamente he notado
que el tiempo se pliega o se estira a su arbitrio) y la tensión, la corriente alterna...
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