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Al Diablo. El descenso de Independiente, el primero en su larga y rica historia de 108 años, se consumó este sábado en un Estadio Libertadores de América al que la devoción popular convirtió por unatarde, seguramente la más triste de todas, en templo de nostalgia y escenario de una demostración de fidelidad.
Adentro de la cancha, el Rojo ni siquiera pudo hacer la parte que le tocaba paraseguir soñando con la salvación. Sin mucho esfuerzo San Lorenzo le ganó 1-0 y con ese resultado, más otros dos pelotazos en contra, los triunfos de Argentinos y de San Martín, terminó condenado al inédito“deshonor” de jugar en la Primera B Nacional.
La parada era difícil pero aún así la gente marchó temprano por las calles de Avellaneda para alentar al equipo como en sus gloriosas épocas de “Rey deCopas”. Viejos, grandes y chicos sin distinción, familias enteras ataviadas con camisetas, gorros y bufandas del color de sus amores, en una última procesión de fe. Habían estado en las buenas, quefueron muchas, y esta vez dieron el presente en la mala. Con una calculadora en la mente y una radio en los oídos, y con el corazón en la boca.
El pitazo inicial se demoró porque el público marcó lacancha de entrada. Humo rojo, petardos y bombas por doquier. Y un cántico, “dale campeón, dale campeón”, que resultó mucho más estruendoso que toda la pirotecnia junta. Algún desprevenido podría haberpensado, tranquilamente, que se trataba de alguna celebración. Pero nada que ver. Como un presagio del más temido de los desenlaces, una bandera blanca escrita con letras rojas se destacaba en una de lascabeceras: “Nada va a cambiar mi amor por vos”.
La ausencia de hinchas visitantes evitó tensiones innecesarias, aunque la floja actuación del conjunto de Brindisi (por lejos, el más aclamado en laprevia) y las malas noticias que generaban los rivales directos fueron acallando los cánticos y elevando el tono de los cuestionamientos. “Cantero, hijo de puta...”, se despachó la barrabrava. “Dale...