El extraordinario Felix Feliz
Jordi Sierra i Fabra
Ilustraciones de Gloria Calderas
CONACULTA
HACIA UN PAÍS DE LECTORES
ALFAGUARA
Infantil
ESCENA PRIMERA
De cómo llegó a la casa número 9 de la calle Alegría el inefable señor Félix Feliz
Al doblar la esquina y entrar en la calle, el hombre sede tuvo, alzó la cabeza y leyó el rótulo.
Calle Alegría.
Le gustó. Una calle llamada Alegría, por fuerza, tenía que ser distinta, y sus vecinos una gente estupenda. Cuando uno vive en la calle del General Mata muchos, y sabe que ese señor hizo una escabechina en cualquier guerra estúpida, uno que otro retortijón salta en el estómago. Y en la calle Pi seguro que los niños veían el fantasmadel Tres Catorce Dieciséis por todas partes. Cada calle tiene su misterio.
Pero la calle Alegría...
El hombre contempló el lugar; ni mejor ni peor que otros. Una simple calle, pequeñita, agradable, con casas viejas, tiendas, gente. Las casas eran de todos los colores y alturas, con ventanas y balcones, terrazas y antenas.
El hombre dejó sus dos maletas en el suelo y sonrió tomándose unrespiro. No era ni muy alto ni muy bajo, su cabeza estaba coronada por una abundante mata de pelo y su rostro era afable, tenía los ojos perspicaces y las comisuras de los labios curvadas hacia arriba, como si mantuviera una sonrisa eterna. Su ropa era cómoda.
-Bueno, veamos qué hay por aquí -suspiró antes de echar a andar de nuevo.
Recogió las maletas y se internó en la calle sin que nadie leprestara la menor atención. Continuó caminando por la acera despacio, observando cada portal por el que pasaba. Un viento silencioso envolvía sus movimientos. Dejó atrás una casa abandonada, otra de una sola planta en la que no se escuchaba el menor sonido, otra muy nueva cuyo rótulo en la puerta dejaba bien a las claras que se trataba de un edificio de oficinas, frío e impersonal. La siguiente era uncine. El hombre expandió aún más su sonrisa. Un cine en una calle, aunque fuese viejo como aquél, era un signo de felicidad. Él casi podía recordar todas las películas con las que creció y pasó unos ratos fabulosos.
La casa con el número 9 en la puerta le hizo detenerse.
Era una de las casas más notables de la calle: un edificio alto, relativamente moderno, de planta noble, fachada limpia yaseada de color rojizo, persianas verdes en las ventanas y balcones con balaustradas blancas. La puerta de entrada era de cristal.
El hombre puso su mano en una de las paredes y cerró los ojos.
Se concentró.
Despacio, pero sin pausa, todas las vibraciones del edificio parecieron concentrarse en aquel punto, y pasaron a través de su mano hasta alcanzarle el corazón, el cerebro, su misma alma.El hombre se inundó con ellas.
Y se estremeció.
Transcurrieron unos segundos, veinte, treinta, casi un minuto, hasta que el hombre volvió a abrir los ojos.
Entonces retiró la mano, alzó la cabeza, miró el edificio con pesar, suspiró de nuevo, recuperó la sonrisa y, recogiendo las maletas, entró por aquella puerta de cristal.
ESCENA SEGUNDA
De cómo el hombre se instaló en el áticodel edificio número 9 de la calle Alegría y dijo llamarse Félix Feliz.
No tuvo que llamar a la señora Portera. Una mujer menuda, cejijunta, de expresión huraña, le salió al paso antes de que llegase a la mitad del vestíbulo. Como buena celadora de la paz de sus vecinos, se le plantó delante con los brazos cruzados, estudiándole de arriba abajo a pesar de que el recién llegado sonreía yparecía inofensivo. Se fijó en las dos maletas.
-Si viene a vender algo, ya puede dar media vuelta-le dijo con pocas simpatías-. Aquí no compramos nada.
-N o soy un vendedor -repuso el hombre en un apacible tono de voz.
-¿Entonces qué quiere?
-Estoy buscando un departamento para instalarme, buena mujer.
A la señora Portera nadie la había llamado jamás "buena mujer". Frunció el ceño y...
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