El juego (cuento) - Santiago Raúl Repetto
Mucho antes de que yo supiera leer, él ya se había encargado de instruirme en los mitos de Cthulhu, los entierros prematurosy otras miles de historias en las que desfilaban, bañados en sangre, diversos monstruos, zombies y demonios.
En la habitación que compartíamos, la noche nos sorprendía siempre en la mismasituación: él contándome cuentos espeluznantes y yo escuchándolo, aterrado, pero feliz.
Cuando cumplí nueve años propuse un juego: después de que yo apagara la luz, él tendría que lograr con sus historiasque yo me asustara tanto como para prenderla nuevamente. Demás está decir que siempre terminábamos de la misma forma: cuando yo no soportaba más sus relatos de bebés jugando con cristales rotos (ycosas por el estilo), prendía la luz y me pasaba a su cama, buscando protección y el final del cuento. Con el tiempo, perfeccioné las reglas de la competencia. Empecé por dejar a mi albedrío la eleccióndel tema sobre el que versaría el relato de turno. Las cosas más absurdas que se me ocurrían fueron propuestas a mi hermano, pero él siempre se encargaba de transformar tostadores, patos y canastosen pavorosos elementos para sus siempre efectivas historias.
Buscando nuevos obstáculos para su tarea, empecé a reducir arbitrariamente el número de palabras que el podría utilizar para su eventualrelato.
100 palabras.
80.
50.
Invariablemente, 2 ó 3 palabras antes del final, la habitación se iluminaba.
Llegué al extremo absurdo de reglamentar que sólo podría usar una palabra: elsusurro que cruzó esa noche aún me hace erizar la piel y jamás podré pronunciar esas 7 letras de nuevo.
Mi última opción fue, a la noche siguiente, censurarlo por completo: su historia no podríatener ninguna palabra. Antes de apagar la luz lo miré, buscando en su cara algún vestigio de desesperanza, pero no pude ver ninguna emoción en su inescrutable rostro. Una vez a oscuras, me recosté...
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