El Murelago Verde

El murciélago kriptónico verde de las mazmorras, Michael

Los relinches y las pisadas de los caballos hacían parecer que las teclas de la antigua y desgastada máquina de escribir fueran insonoras.Sin saber que pasaría en su historia, Juana de Flecha escribía sin parar. Con sus cabellos rubios cayéndole sobre la cara, tapándole los brillantes ojos azules que parecían no tener fondo; ella soloescribía lo primero que se le viniera a la mente. El ruido producido por los caballos, que ya había llegado a ser estresante para Juana de Flecha, cesaron.
De la carroza moderna estacionada al bordede la calle cinco, bajó una figura humana cubierta por un abrigo negro, de poliéster al parecer, con una sombrilla en mano. Al principio, Juana de Flecha no podía distinguir a través de su ventanaempañada, por las fuertes lluvias que atacaban la ciudad de Nueva York, si el personaje era hombre o mujer. El personaje con abrigo de poliéster y sombrilla en mano se acercó rápidamente a la tienda demascotas, abrió la puerta de cristal y se acercó a Juana de Flecha, que estaba sentada en un escritorio rectangular hecho de roble y escribiendo en una vieja maquina de escribir.
–Cuánto hascambiado Juana.- dijo el personaje ahora reconocido por Juana de Flecha.
– ¡Rasputín!- exclamó Juana de Flecha dando un salto para abrazar a aquel hombre que parado enfrente del escritorio, miraba a Juanade Flecha con una sonrisa de nostalgia en su rostro.
Rasputín y Juana de Flecha habían sido mejores amigos en la preparatoria pero sus diferentes metas los habían distanciado, dejando a Juana deFlecha como recepcionista en una tienda que se encargaba de vender animales domésticos y accesorios para los mismos; y a Rasputín como arqueólogo.
-¿A qué se debe tu visita?- preguntó Juana de Flecha concuriosidad.
Rasputín se quitó el abrigo de poliéster y le mostró a Juana de Flecha una jaula cubierta con un manto negro. Levantó el manto y allí dormía una pequeña criatura que Juana de Flecha no...