El sentido del civismo


SEMINARIO TALLER: PEDAGOGÍA DE LA FORMACIÓN CIUDADANA


PRESENTADO: A
JHON JAIME CORREA






POR:
VANESA GARCES VALENCIA








UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PEREIRA
FACULTAD DE EDUCACIÓN
ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES
LICENCIATURA ETNOEDUCACION Y DESARROLLO COMUNITARIO
PEREIRA 14/04/15



En el presente ensayo, se pretende abordar la definición de civismo, dando a conocer las posturas dediferentes autores , para intentar dar cuenta del concepto en común que es el civismo, Javier Peña nos muestra en su texto desde una visión muy teórica que para que haya una sociedad bien ordenada , justa y próspera se necesita de buenos ciudadanos.
Luego Paulo Da Silveira nos da a conocer en su escrito las dificultades que puede tener el civismo, también, Da Silveira en su texto expone tres paradigmas,donde cada uno define cómo tiene que ser la educación para la formación de una sociedad cívica.
Para hablar del sentido del civismo, es necesario que las personas se respeten unas a otras y hay que respetar las cosas comunes para que todos las puedan disfrutar cuando las necesiten. El civismo es, por encima de todo, la cultura de la convivencia pacífica y solidaria, del compromiso con la ciudad ycon sus habitantes. Queda pendiente saber cómo habrá que formar el carácter de acuerdo a estos valores.
Sin embargo, muchos han dudado de que sea necesaria, y sobre todo de que sirva de algo apelar a la virtud de los ciudadanos; les parece que es una demanda demasiado exigente y poco realista, al menos para la mayoría de los sujetos individualistas de una sociedad civil moderna, que no estándispuestos a contribuir de modo altruista (ni les parece razonable) a la obtención y mantenimiento de bienes para cuyo cuidado se han diseñado ya instituciones que sostienen con sus impuestos. Éstas, si funcionan bien, se bastan para asegurar el orden social, aun en el supuesto pesimista (o realista) de ciudadanos sin disposición cívica alguna; un diseño institucional adecuado haría innecesaria unavirtud que difícilmente podría generalizarse, y hasta podría resultar contraproducente. E incluso si piensan que sería deseable contar con buenos ciudadanos, consideran que la retórica moralizante de las virtudes es totalmente inútil en el ámbito polémico de la política.
Este “retorno de la virtud” llega de la mano del “retorno de la ciudadanía” (Kymlicka, 1997). Sin duda, la recuperación de estosconceptos ha de interpretarse como una respuesta ante una extendida conciencia de la crisis de lo público en las actuales democracias liberales. Al mismo tiempo que hay un reconocimiento generalizado del marco institucional y reformativo de la democracia liberal, se constata una insatisfacción extendida y profunda, tanto entre los teóricos como en los ciudadanos de a pie, respecto al funcionamientoreal de la vida pública en estas sociedades.
En primer lugar, la propuesta de una política sin virtud alguna, porque se considera que ésta es innecesaria. Frente a la tradición clásica, esta posición sostiene que la política no necesita de la virtud de los ciudadanos; basta con apelar a sus intereses. Los ciudadanos no tienen por qué reunir condiciones O morales excepcionales, ni cargar con loscostes del compromiso cívico. El orden político liberal funciona por sí solo, de la mano del mercado, espontáneamente, sin requerir una impensable transformación de las tendencias naturales de los individuos hacia su propio beneficio. Todos cooperan al mantenimiento del orden social como producto lateral de su actividad interesada en ellos mismos.
Una segunda propuesta, aun sin descartar porcompleto la posibilidad o conveniencia de la virtud, pone su confianza en mecanismos institucionales que hagan a los individuos actuar virtuosamente, o que actúen como equivalentes funcionales de la virtud. Pocock se refiere al modelo institucional de Venecia, admirado por los republicanos modernos, como un sistema de “mecanización de la virtud”, que procuraba la elección racional de cargos públicos...