El Sistema Penitenciario

Hace tiempo el ilustre profesor Luis Jiménez de Asúa, maestro de tantos maestros del penalismo mexicano, acuñó una frase desdeñosa para el derecho penitenciario: “no creo que la modesta preceptiva penitenciaria merezca el prestigioso título de derecho”. Así las cosas, el orden de las prisiones no pasaba de ser un esforzado recetario, un manual de consejos y disposiciones más o menos practicables,pero muy lejanos de constituir, propiamente, una disciplina jurídica a la que se acomodase el rótulo de “derecho”, que cuadraba bien, en cambio, a otros sistemas de la misma familia: el derecho penal y el derecho procesal penal, por ejemplo.
No discutiré la frase de Jiménez de Asúa, pero desde luego reconozco que durante muchos años, el sistema jurídico penitenciario se mantuvo a la saga de losotros. Era apenas un apéndice, muy discreto, en los códigos penales y procesales, y se le dedicaban algunas páginas en los tratados de estas materias.
El día de hoy muchas cosas han cambiado – más fuera que dentro de las prisiones –, y en el catálogo de los cambios figuran las leyes y los libros acerca de las prisiones. Sobre aquéllas, vale decir que la aparición en 1971, de la Ley que pequeñagran ley, generalmente conocida como Normas Mínimas, determinó el nacimiento del derecho penitenciario en México.
Ninguna institución, ninguna acción, ninguna reacción pública ocurren en el vacío; no hay campana en la que crezcan fuera de la intemperie, el régimen de castigos que concibe, dirige y ejecuta el Estado. Todo esto es reflejo. Todo es sombra, que se pliega al dibujo del cuerpo político,económico y social. Las prisiones son lo que es la sociedad, acaso extremado, agigantado, dramatizado; pero no pueden ser otra cosa.
Es obvio que el poblamiento de esos organismos severos, armaduras del Estado, no puede estar pendiente de la buena discreción de un funcionario; se requiere algo más; lo requieren la dignidad humana y la propia Constitución.
Mientras la ley fundamental del paísestablezca que la readaptación social es el objetivo del sistema penal, ninguna pieza de ese sistema, aunque se llame “prisión de seguridad máxima”, también entendido por las mismas prisiones cuando aceptaron denominarse centros federales “de readaptación social”.
Es además necesario que dichos establecimientos cumplan también su misión de contener al infractor y defender a la sociedad, y para ellodeben servir con puntualidad: nada que ponga en grave riesgo la seguridad; y tampoco nada que, innecesariamente extreme las condiciones del cautiverio y constituya una nueva pena que se monta sobre la pena de prisión.
En México desde 1988 se elaboró un ambicioso programa de construcción de instituciones de máxima seguridad, que contemplaba cinco establecimientos federales en diferentes regionesdel país, al parecer con la idea de tener mayor seguridad en el encarcelamiento de reos procesados y sentenciados por delitos contra la salud, en los aspectos más graves y delicados, tratándose de altos jefes de narcotráfico.
El contacto con estos individuos y su manejo en instituciones, era una primera experiencia para México en cuanto a delincuencia organizada internacional más allá del brevecontacto que tuvo con algunos grupos de tendencia terrorista, pero que desaparecieron o fueron controlados.
En las cárceles el fenómeno se presenta con gran crudeza, pues frente a la delincuencia encarcelada proveniente en la mayoría de los casos de la miseria y de la ignorancia, el poder económico de los narcotraficantes presos fue de gran impacto tanto en la población como en el personal, por loque fácilmente se propiciaron resistencias organizadas, motines, asesinatos de funcionarios y se provocó represión brutal por parte de las autoridades.
Por cuanto corresponde a las actividades tendentes a “remover, anular o neutralizar los factores que han influido en la conducta delictiva” del individuo, el tratamiento penitenciario, tiene como objetivo primordial, la preparación del interno,...