Elegi Vivir

El niño perdido
Autor: Chica
Corrí desesperado tratando de alcanzarlo, pero antes que pudiera darme cuenta y reaccionar mi niño ya se había perdido entre la multitud. Mi corazón latía a mil por segundo, sentía que subía por mi pecho, llegaba a mi garganta y casi se me salía por la boca…sí, tal vez parezca una exageración pero créanme que es verdad, estaba realmente desesperado y a lo único queatiné fue a correr entre ese mar de gente, todos apurados, caminando rápido y atropellándose unos a otros, como verdaderos autómatas.
Yo los miraba tratando de lograr captar la atención de alguno de ellos, con la esperanza que al ver mis ojos desorbitados y llorosos por la angustia lograse tocar su alma y tal vez pudieran preguntarme qué me sucedía y al entender que mi niño se me había perdidome ayudarían…pero supongo que o estaban ciegos en su apuro o habían dejado el alma rezagada atrás en su carrera loca por llegar pronto a sus trabajos, a sus lugares de estudio, a sus hogares, o a donde sea que fueran tan atolondrados…y yo allí, rodeado de tanta gente y a la vez irónicamente tan solo, deseando que en medio de todos esos locos del tiempo se asomaría la cara sonriente y amable de miniño, que al darse cuenta que yo no estaba se devolvería buscándome como yo lo buscaba a él.
Todo tipo de pensamientos negativos se agolpaban en mi cabeza, si algo malo le sucedía no me lo perdonaría nunca. El rostro de su madre se aparecía en mi mente reprochándome airada, ella confiaba en mí, sabia que yo daría mi vida por él, no podía defraudarlos.
Dí vueltas sobre mi mismo una y otra vez,aturdido, desolado, tratando de ubicarme, de saber a donde ir, pero no tenia idea y el tiempo pasaba y yo sabia que mientras mas demoraba mi niño mas se alejaba; entonces respiré hondo y decidí que debía ponerme en acción, pronto me dí cuenta que no ganaba nada tratando de que alguien me ayudara así que salí de mi letargo y corrí hasta uno de los accesos, con esas ruedas metálicas que giran cada vezque las personas pasan por ellas para dirigirse a los andenes.
Supuse que si me agachaba podría pasar sin dificultad bajo la rueda de metal y así lo hice, pensé que alguno de los guardias me diría algo y trataría de detenerme pero al parecer nadie notó mi presencia y pude seguir adelante.
Bajé por las escalas que se hicieron eternas, no sé si era mi imaginación pero daba la impresión quemientras mas corría mas lejos estaba del último peldaño. Era tanta mi desesperación por alcanzarlo antes que tomara el tren que tropecé con migo mismo y rodé escalones abajo.
Menos mal no fueron tantos, tres o cuatro tal vez, no me detuve a contarlos mientras rodaba cuesta abajo.
Maltrecho como estaba me puse en pié, miré a mi alrededor suponiendo que alguien se acercaría a ver si me había hecho dañoo si necesitaba ayuda pero ante mi sorpresa nadie se acercó a mi lado, ni siquiera por morbo o curiosidad, es mas, era como si fuese un lápiz o un pedazo de papel el que cayó al suelo porque nadie pareció inmutarse siquiera con mi caída y cada cual seguía por su camino como si tal; incluso un hombre de cabello largo sacudió las manos en un ademán de molestia como si con mi torpeza hubieseinterrumpido su camino…cada vez me convencía mas que estaban todos ciegos, supongo que los únicos cuerdos y sensibles éramos mi niño y yo y ahora lo había perdido!, sí, había perdido a la única persona que me entendía y con quien basta un cruce simple de miradas para comprender el amor que sentimos el uno por el otro…nosotros no somos ciegos ni hemos dejado nuestra alma olvidada en el camino.
El andénera largo y estaba atestado de gente, algunos mirando sus relojes con cara de preocupación, otros hablando por celular, no faltaban los que tenían la suerte de estar acompañados y conversaban casi a gritos porque el ruido sordo de los trenes que iban y venían no dejaban casi escuchar nada mas…y yo ahí, tan solo y tan perdido, tragando saliva para no atragantarme con mi corazón que ya se me salía...