Fanfic.Enamorarse.De.Un.Angel

Páginas: 149 (37232 palabras) Publicado: 21 de junio de 2012
ENAMORARSE DE UN ÁNGEL
SEREDAR: De la autora Day Leclaire
Prólogo
—Han pasado más de dos años —Darién Chiba gruñó al teléfono —. Sois los mejores investigadores privados de todo el estado. Lo único que tienes que hacer es encontrar a una mujer. ¿Cómo puede resultar tan difícil? —Señor Chiba, está claro que la mujer en cuestión no quiere que nadie la encuentre. Eso nos dificulta el trabajo.Darién apartó de un manotazo unos papeles que tenía sobre la mesa. Esas llamadas siempre le provocaban una gran frustración. Los papeles se cayeron al suelo, pero a Darién no le importó. La secretaria número doce los recogería. ¿O iría ya por la trece? —Necesito hacerle una pregunta. Eso es todo. Solo una pregunta y después podrá seguir escondiéndose o hacer lo que quiera.
—Lo entiendo, señorChiba. Pero me obliga a suponer que es una pregunta que ella no ha elegido contestar.
¡Brillante deducción! Darién apretó los dientes para no decirle lo que pensaba.
—¿Y saben de algún pariente? —le preguntó—. Ella me dijo que tenía madre.
—¿Ha recordado ya el nombre de su madre? —No —le contestó secamente.
Seguiremos buscando, señor Chiba. Tendrá que aparecer algún día. Lo llamaremos el mes queviene, como de costumbre.
—Hágalo.
Darién colgó el teléfono y se levantó con rabia. ¡Maldición! ¿Por qué no podría saber si Beryl le había dado o no un hijo? Eso era lo único que quería; su único deseo en el mundo.
—Serena Tsukino. Por favor, preséntese a su supervisor. Serena Tsukino al supervisor Artemis. Oyó los comentarios en cuanto puso el pie en el camino dorado. Siempre hablaban de ella envoz baja, aunque por hacerlo se les deslustrara el dorado halo, o se les cayera alguna pluma de sus magníficas alas. Y siempre hacían la misma pregunta.
—¿Qué hace un ángel como ella en un lugar como este?
Por supuesto que tales pensamientos tan poco caritativos no eran propios del cielo. Ya había dejado bien clara su opinión al respecto en un par de ocasiones; y lo había hecho con unos cuantosimproperios y una voluntad de meterse de cabeza en situaciones en las que la mayoría de los ángeles temían entrar. Por no mencionar su poderoso gancho de izquierda. Serena sonrió al recordar el jaleo que se había armado.
—Ya no estás en la tierra, Serena Tsukino —su supervisor le había anunciado iracundo—. Resuélvelo o tú y tu deslucido halo acabaréis al otro lado de las puertas del Paraíso.Serena suspiró. Y allí estaba, de nuevo sobre la alfombra dorada por haber fracasado su décimo segunda misión seguida como ángel.
Bueno pues él… ¡Cáscaras! ¿Qué esperaban? Había entrado en el cielo por los pelos. Las buenas obras no habían sido nunca su fuerte.
Aquel único incidente en el que había salvado aquella alma había sido… un error. De haberlo pensado bien, jamás habría saltado de aquelmuelle ni salvado a esa niña.
Sobre todo de haber sabido que hubiera acabado ahogándose.
—¿Señorita Tsukino? —el supervisor Artemis estaba a la puerta—. Qué amabilidad la tuya al venir. Pasa, pasa.
Serena entró despacio en la oficina y volvió la cabeza para mirar al ángel jefe.
—¿Ya estamos con sarcasmos, Artemis? Pensaba que eso estaba prohibido hacía tiempo.
Hizo un gesto con la mano para quese sentara en una silla dorada.
—Oh, siéntate, Tsukino.
Ladeó la cabeza y lo miró fijamente con sus grandes ojos azules.
En la otra vida habrían cautivado con seguridad al más santo de los humanos. Desgraciadamente, no bastaban para hechizar al más santo de los santos.
—He metido la pata otra vez, ¿no?
—Hemos enviado a Amy la Bienhechora para que se encargue de limpiar el desastre quemontaste en aquel restaurante.
—Ah —Serena cruzó las piernas—. Los desastres son mi especialidad —confesó con una sonrisa encantadora.
—Sí, es cierto —suspiró Artemis—. Lo cual me lleva hasta el dilema que tenemos entre manos.
—¿Me van a echar? —consiguió decirlo con naturalidad; después de todo sabía que solo sería cuestión de tiempo antes de que se dieran cuenta de su error y la enviaran… adonde...
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