Fertilagonia

Páginas: 12 (2951 palabras) Publicado: 27 de marzo de 2015
La fértil agonía del amor
Emilia me miraba de reojo, y con sus grandes silencios me envolvía como en una atmósfera de
polvo y nubes densas. Entonces el sudor me chorreaba por las caderas, y debajo de mi impecable
traje de gabardina a rayas percibía el cosquilleo de las gotas, rodando, asustadas, y ahogándome
en una humedad casi de río revuelto, de arroyo en penumbras, de sombría catarata cuyoorigen
no era sino el deseo.
Hube de sentarme muchas veces en mi escritorio de funcionario cabal para admirar su perfil, sus
piernas carnosas y rectas a la vez, sus muslos azules, o verdes •no sé•, que imaginaba como
cubiertos de un barniz brillante y transparente. Pero lo que más me enervaba era sentir su respiración
cargada de jadeos cerca de mis oídos, cuando me traía, con manos temblorosas, losoficios, las
cartas, toda aquella montaña de papel que preparaba cotidianamente para que yo firmase con una
paciencia de cartógrafo, y con indudable mirada de burócrata que debía olvidarse del amor por
la mujer del compañero.
Estaban separados desde hacia largas semanas; no se por que en ese momento pensé en la pobreza
de su matrimonio, en su agrio sentido de la realidad. Me vi de pronto atraídopor sus grandes ojos
color ciruela y por una boca que, sin ser carnosa, tenía justos los límites de almendra madura que
tienen las bocas que emergen desde las novelas de las revistas de moda. Desde que miré con
interés sus manos largas y coloreadas con uñas perfectamente esculpidas, pensé en caricias, en
informales besos, en madrugadas furtivas. Pero todo ese mundo imaginario se reducía a unsilencio
que se congelaba cuando había la oportunidad de expresarle una frase galante, un piropo; esperaba
la "coyuntura", como dicen los políticos de izquierda, pero cuando esta aparecía, mis instintos
reculaban, l1enándome de un deseo insatisfecho que me hacía agonizar cada mañana, en los
momentos en que sentía el ruido de sus dedos sobre el teclado y el ruido de sus palabras confusas
y abigarradasagolpándose en mi oído, en mi imposibilidad de siquiera tocar una de sus manos.
El deseo se fue haciendo obsesivo. No podía concentrar mi actividad. Las llamadas no tenían
sentido si junto al teléfono no estaba Emilia. (Me miraba con ojos terriblemente ansiosos. Yo que
iba a decirle: era en verdad mi jefe; tan impecable, tan vestido siempre de azul; con esa inteligencia
que atrae el amor de lasmujeres como si el hombre fuese miel y el amor abejas girando. Yo repetía
su nombre por las noches... Gabriel, Gabriel, y sabiendo que traicionaba la memoria de Juan, lo
hacía. Cuando me acercaba con las manos llenas de papeles para indicarle donde debía firmar los
formularios de capias azules o rasadas, pensaba que su timidez lo llevaría al descalabro. ¿Pero y
la mía? Muchas veces, antes de miseparación de Juan, pensé en darle un beso, así de repente.
¿Pero cómo reaccionaría un hambre circunspecto y tan formal? Sabía perfectamente que su mirada
na era la de un amigo. Además •y esto es importante• sus mejillas se sonrojaban can frecuencia,
y yo, como mujer que he sentido el amor y que he visto tantas mejillas sonrojadas, sabía que él
deseo le llenaba los sentidos).
Aquella mañana lleguétemprano. Emilia llevaba zapatillas doradas, no precisamente las que
debieran usarse en las oficinas. Miré su tobillo derecho y descubrí un lunar; una mancha azulada,
muy bella, que parecía flotar sobre una piel suave, untuosa, cálida quizás. Me quedé mirando

La fértil agonía del amor

fijamente aquella mancha en la que comenzaba el misterio de un cuerpo que sólo Juan conocía
plenamente. Largo tiempoestuve ensimismado en ese lunar que me ayudaba a construir, con
imaginación temerosa, los muslos brillantes; los senos que flotaban casi en el aire cuando Emilia
llegaba en las mañanas con ese perfume cama de palmeras en flor; el ombligo profundo, que
imaginaba como un pozo de mieles y azúcares. Miré esa mancha y la mancha comenzó lentamente
a desaparecer. La vi difuminarse como esos cuadros que...
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS