Filosofia_11

Páginas: 39 (9674 palabras) Publicado: 23 de octubre de 2015
Ana Estupiña Sánchez:

¿SOMOS DIGNOS DE SER LIBRES?

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A diferencia de lo que ocurría con la mayoría de mis amigos y amigas, ¡sobre todo
de mis amigas!, mis padres no me imponían una hora límite para llegar a casa por las
noches. No obstante, me habían dicho muchas veces que avisara si iba a llegar muy
tarde; que era preferible incluso una llamada telefónica a altas horas de lanoche que
despertarse y preocuparse pensando que me había pasado lo peor. ¡Muy optimistas,
los padres!
Yo solía prever cuando iba a llegar tarde y les avisaba antes de salir, así es que
nunca había tenido grandes problemas con este tema, hasta aquel sábado del mes de
julio en que quedé con una amiga para ir a un cine de reestreno cercano al instituto
donde, según ella, hacían un buen programa.Después de comer dije en casa que me
iba al cine y salí dispuesta a disfrutar de un par de buenas películas. Pero el buen programa resultó ser un maratón de cine, algo así como un dulce suicidio para cinéfilos
estivales, ya que se trataba nada menos que de diez películas, algunas de ellas en versión original. Aún recuerdo «El gran dictador» de Chaplin, «Senderos de Gloria» de
Kubrick, «Terciopeloazul» de D. Lynch, y algunas otras.
El evento comenzó a las cuatro de la tarde del sábado y acabó a las diez de la mañana del domingo. Así es que aparecí en casa a las once de la mañana con todo el
cuerpo dolorido, los ojos como huevos, la cabeza a punto de estallar, e incapaz de
pensar en nada que no fuera meterme en la cama y dormir. Pero antes tuve que soportar la inevitable bronca-sermón de mispadres que, en esencia, me hacía culpable
de largas horas de angustia y preocupación, me recordaba mi compromiso de llamar si
iba a llegar muy tarde y me amenazaba con recortarme una libertad que se me había
concedido y que yo había mostrado no merecer.
En ese momento no tuve fuerzas más que para disculparme dando una breve explicación de lo ocurrido e irme a dormir. Pero cuando desperté por latarde, en mi cabeza
golpeaban imágenes de películas junto con las palabras de mis padres: «No mereces la
libertad que te hemos dado», «no mereces la libertad que te hemos dado»... pero...
¿Hay que merecer la libertad? ¿Alguien ha de darte la libertad? ¿No era la libertad
algo esencial al ser humano? ¿No me habían dicho tantas veces aquello de que todos
los seres humanos nacemos libres e iguales?Empezaron así una serie de reflexiones y
preocupaciones (de comidas de coco, para ser más claros), que me llevaron un año
más tarde a la facultad de filosofía y, en estos momentos, cuando ya estoy en el último
curso de la carrera, a escribir estas páginas.
Naturalmente no podría haber inscrito mis reflexiones en el registro de la propiedad intelectual, ya que de originales tenían bien poco. Hacesiglos que ese animal con
dos patas, sin plumas y preguntón que es el ser humano se había hecho preguntas sobre la libertad y sobre otras muchas cosas. Algunos de esos animales preguntones, a
los que se les suele llamar filósofos, habían llevado sus reflexiones un poco más lejos
de lo común y habían tenido la santa paciencia de escribirlas, supongo que más para
clarificarse a sí mismos al obligarse auna reflexión más pausada, que con la pretensión de que otros las leyeran y pudieran serles útiles.
Pero naturalmente mis reflexiones no empezaron por los filósofos, de los que casi
nada sabía entonces, sino por algo que tenía mucho más cerca: los miembros de mi
propia familia. Y ninguno de ellos me parecía muy libre que digamos: mi hermano
pequeño, que sólo tenía dos años, no me parecía enabsoluto libre; era un ser totalmente dependiente al que había que darle de comer, bañarlo, sacarlo a la calle, acostarlo a dormir, etc. Mi otro hermano y yo, con catorce y diecisiete años
respectivamente, tampoco éramos el paradigma de la libertad; aunque nos desenvolvíamos por nosotros mismos en muchas cosas, dependíamos de nuestros padres en
muchas otras, y además ellos tenían autoridad sobre...
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