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En tiempos de Maricastaña, vivían unos labriegos con sus dos hijos: el niño se llamaba Hansel y la niña, Gretel. Los labriegos eran muy pobres y, aunque trabajaban de sol a sol, casi no tenían para comer.
Una noche, creyendo que sus hijos dormían, los labriegos se abrazaron lloraron.
Solo nos queda comida para un día más – se lamentaron -. No comeremos nosotros, así la ración denuestros hijos será mayor.
Pero Hansel y Gretel aún no se habían dormido y escucharon todo.
-¡Pobres papas! Tenemos que hacer algo –dijo Gretel.
-Sí, pero no sé qué –le contesto Hansel-. Ahora duerme. Ya pensare algo…
Al amanecer, cuando el sol ya comenzaba a despuntar, Hansel sacudió a Gretel suavemente y le dijo en voz baja:
- Vístete, que nos vamos.
- ¿Dónde? – pregunto Gretel.
- Al bosque–le contesto Hansel-, a buscar comida…
Apenas avanzaron entre los árboles y los matorrales, Gretel le dijo a Hansel:
-Tengo miedo… Ni tú ni yo conocemos el bosque. Cuando queramos regresar a casa, no sabremos qué camino tomar.
- No te preocupes –le contesto su hermano- Fíjate, lo tengo todo previsto…
Gretel observo como cada dos o tres pasos Hansel desmenuzaba un pan seco y tiraba las miguitasal suelo.
- Así queda marcado nuestro camino de regreso.
Cuando comenzó a oscurecer, los hermanos no habían encontrado nada de comida. De todos modos, Hansel le dijo a Gretel:
- Volvamos…
Pero no encontramos ninguna señal. Hansel y Gretel no se habían dado cuenta de que, a medida que dejaban las migajas, los pajaritos del bosque se las iban comiendo.
-¿Que haremos ahora? – Preguntó la niña-.Mama y papa estarán preocupados…
Hansel vio una cueva, cavada por unas ardillas, y se dirigió con su hermana hacia allí.
- Allí nos protegeremos del frio y de la humedad –dijo Hansel-. Mañana temprano, con la luz del día, encontraremos el camino y volveremos con papa y mama.
-Bienvenidos –les dijo una ardilla muy amable en la puerta de la cueva-. Pónganse cómodos, están en su casa.
E invito alos niños a comer unas nueces y unos piñones riquísimos.
Al día siguiente, cargados de piñones y nueces para sus padres, Hansel y Gretel emprendieron el regreso a casa. Pero…
-¿Por dónde? –preguntó Gretel.
- Ya encontraremos el camino –le respondió Hansel, aunque él tampoco sabía por dónde.
Cansados de dar vueltas y vueltas, encontraron un ratón muy feo, que se ofreció a guiarlos.
Aunque teníavoz de falso, uñas largas y sucias y unos largos bigotes, los hermanos no tuvieron más remedio que seguirlo.
- Por aquí… Por aquí –les decía el ratón, riéndose para sus adentros.
Así llegaron los hermanos a un claro del bosque.
- Adelante…- Les insistió el ratón-, adelante…
Frente a ellos había una casa como nunca habían visto. Las puertas eran de chocolate; las paredes, de turrón; lachimenea, de pan dulce; el techo, de hojaldre; las ventanas, de caramelo…
-¿Quién vive en esta casa maravillosa?
- El hada del bosque –contesto el ratón -. Ella les invitara a todo lo que les apetezca.
Pero, apenas entraron, oyeron como a sus espaldas el ratón cerraba de un golpe la puerta y le echaba doble llave.
De pronto, apareció una mujer horrible, la más fea que uno pueda imaginar. El mango dela escoba que movía no era más largo que su narizota cubierta de pelos.
-¿Tu eres el hada del bosque? –preguntaron los niños.
-Pobres inocentes –se burló la mujer-, ¡yo soy la bruja del bosque!
-¡Mi manjar preferido son los niños! –dijo la bruja, y lanzo una desagradable risotada.
Y la bruja, con los ojos golosos, observo a los dos hermanos y agrego:
-Tuestas a punto –le dijo a Gretel-. Encambio, tu estas aún muy delgado. Mientras Hansel engorda, tú, Gretel, te encargaras de las tareas más duras de la casa.
Encerró a Hansel en una jaula y le dio a Gretel un balde y un trapo.
-Empieza por fregar el suelo.
Todos los días, la bruja se acercaba a la jaula donde estaba encerrado Hansel y comprobaba si había engordado.
-Enséñame tu dedito –le decía.
Hansel sacaba entre los...