Fuerza Para El Alma Y El Esp Ritu
Y no hay camino de vuelta.
En aquellos días, cuando San Jeremías era un anciano que lucía barba blanca y que podía mirar hacia atrás a una larga vida, se sentabancon sus amigos y les contaba anécdotas de su vida.
Cuando era joven tenía un temperamento fogoso y sentía el impulso de cambiar el mundo. Rezaba todos los días a Dios que me bendijera con fuerzasextraordinarias para poder convertir a la humanidad y transformar el mundo en un lugar mejor. Pero ya en la madurez, desperté de golpe y me di cuenta de que había pasado la mitad de mi vida y el mundoseguía siendo el mismo. A partir de ese momento le rogué a Dios que me diera fuerzas para salvar a todos con los que estaba vinculado y para poder ayudar a aquellos que con más urgencia lo necesitaban.Ahora que soy un anciano y que mis días están contados, mis súplicas a Dios son mucho más modestas. Mi única oración es: "Dios, concédeme la gracia de cambiarme a mí mismo". Si ésta hubiera sido mipetición desde el principio hubiese logrado más.
Todos estamos sujetos a los ciclos de la vida, que se enlazan entre sí. Uno de ellos comienza con nuestro nacimiento y termina con nuestra muerte. Otroslos experimentamos con el cambio eterno con nuestra muerte. Otros los experimentamos con el cambio eterno del día y la noche, con el cambio de las estaciones, en el recorrido de las estrellas y en elnacimiento y el ocaso de las civilizaciones.
Sea como fuere nuestra historia personal, nuestras vidas están siempre divididas en distintos ciclos o etapas. Cundo eres un bebé, te interesan cosasdiferentes a las de hoy en día. El adolescente, inmerso en ese mundo cambiante de la pubertad, tiene probablemente que luchar con miedos que no se parecen en nada a los que tendrá en la madurez. Una personajoven que acaba de dejar el hogar paterno e inicia su carrera profesional tiene sueños distintos a los de un jubilado, más cercano al último de los ciclos. El que decide tener hijos empezará una...
Regístrate para leer el documento completo.