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Páginas: 205 (51107 palabras) Publicado: 1 de mayo de 2013
INDICE
I.
—Los Raséndil, y dos palabras acerca de los Elsberg
II.
—Que trata del color de los cabellos
III.
—Francachela nocturna con un pariente lejano
IV.
—El Rey acude a la cita
V.
—Aventuras de un suplente
VI.
—El secreto de un sótano
VII.
—Su majestad duerme en Estrelsau
VIII.
—Prima rubia y hermano moreno
IX.
—Una nueva catapulta
X.
—Amores por cuenta ajena
XI.
—Cazamayor
XII.
—Un anzuelo bien cebado
XIII.
—Nueva escala de Jacob
XIV.
—Rondando el castillo
XV.
—Tentación
XVI.
—Un plan desesperado
XVII.
—A media noche
XVIII.
—Golpe de mano
XIX.
—Cara a cara en el bosque
XX.
—El prisionero y el Rey
XXI.
—¡Hay algo más que amor!
XXII.
—Presente, pasado ¿y futuro?

I
los raséndil, y dos palabras acerca de los elsberg
—¡Pero cuándo llegaráel día que hagas algo de provecho, Rodolfo!—exclamó la mujer de mi hermano.
—Mi querida Rosa—repliqué, soltando la cucharilla de que me servía para despachar un huevo,—¿de dónde sacas tú que yo deba hacer cosa alguna, sea o no de provecho? Mi situación es desahogada; poseo una renta casi suficiente para mis gastos (porque sabido es que nadie considera la renta propia como del todo suficiente);gozo de una posición social envidiable: hermano de lord Burlesdón y cuñado de la encantadora Condesa, su esposa. ¿No te parece bastante?
—Veintinueve años tienes, y no has hecho más que...
—¿Pasar el tiempo? Es verdad. Pero en mi familia no necesitamos hacer otra cosa.
Esta salida mía no dejó de producir en Rosa cierto disgustillo, porque todo el mundo sabe (y de aquí que no haya inconvenienteen repetirlo) que por muy bonita y distinguida que ella sea, su familia no es con mucho de tan alta alcurnia como la de Raséndil. Amén de sus atractivos personales, poseía Rosa una gran fortuna, y mi hermano Roberto tuvo la discreción de no fijarse mucho en sus pergaminos. A éstos se refirió la siguiente observación de Rosa, que dijo:
—Las familias de alto linaje son, por regla general, peores quelas otras.
Al oir esto, no pude menos de llevarme la mano a la cabeza y acariciar mis rojos cabellos; sabía perfectamente lo que ella quería decir.
—¡Cuánto me alegro de que Roberto sea moreno!—agregó.
En aquel momento, Roberto, que se levanta a las siete y trabaja antes de almorzar, entró en el comedor, y, dirigiendo una mirada a su esposa, acarició suavemente su mejilla, algo más encendidaque de costumbre.
—¿Qué ocurre, querida mía?—le preguntó.
—Le disgusta que yo no haga nada y que tenga el pelo rojo—dije como ofendido.
—¡Oh! En cuanto a lo del pelo no es culpa suya—admitió Rosa.
—Por regla general, aparece una vez en cada generación—dijo mi hermano.—Y lo mismo pasa con la nariz. Rodolfo ha heredado ambas cosas.
—Que por cierto me gustan mucho—dije levantándome y haciendo unareverencia ante el retrato de la condesa Amelia.
Mi cuñada lanzó una exclamación de impaciencia.
—Quisiera que quitases de ahí ese retrato, Roberto—dijo.
—¡Pero, querida!—exclamó mi hermano.
—¡Santo Cielo!—añadí yo.
—Entonces, siquiera podríamos olvidarlo—continuó Rosa.
—A duras penas, mientras ande Rodolfo por aquí—observó mi hermano.
—¿Y por qué olvidarlo?—pregunté yo.—¡Rodolfo!—exclamó mi cuñada ruborizándose y más bonita que nunca.
Me eché a reír y volví a mi almuerzo. Por lo pronto me había librado de seguir discutiendo la cuestión de lo que yo debería hacer o emprender. Y para cerrar la polémica y también, lo confieso, para exasperar un poco más a mi severa cuñadita, añadí:
—¡La verdad es que me alegro de ser todo un Elsberg!
Cuando leo una obra cualquiera paso siempre poralto las explicaciones; pero desde el momento en que me pongo a escribir, yo mismo comprendo que una explicación es aquí inevitable. De lo contrario, nadie entenderá por qué mi nariz y mi cabello tienen el don de irritar a mi cuñada y por qué digo de mí que soy un Elsberg. Desde luego, por muy alto que piquen los Raséndil, el mero hecho de pertenecer a esa familia no justifica la pretensión...
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