Holi

Kimberley estaba aburrida.
La verdad es que la pelirroja se aburría con facilidad cuando se encontraba en el infierno. Ya había visitado todos los lugares más terroríficos en que alguien pueda estar, por lo que ya nada le sorprendía, nada la asustaba, y ya nada la entusiasmaba, así que cuando se quedaba en el segundo círculo, su hogar en aquel submundo, Kimberley se encontraba irritada por notener realmente nada interesante que hacer.
Ella, como demonio Grimorio, disfrutaba ir a la Tierra, porque ahí, por lo menos se podía divertir. Conocía nuevos humanos, los asustaba con algunas palabras o gestos maliciosos y (además de eso) sellaba pactos con los mismos. A fin de cuentas ese era el trabajo de un Grimorio.

-Minos quiere verte…- Kimberley murmuró algo cansada, recargando sucabeza contra el marco de la puerta de su compañera de cuarto, Lindsay. Su compañera de pelos castaños claros yacía recostada en su cama, mientras se apreciaba su irritación ante la repentina intromisión de la otra.
-Pero acabo de regresar de una misión…- La demonio de piel lechosa respondió, sentándose en su propia cama mientras hacía una mueca.
-¿Y tú crees que a él le importa?- Kimberley dijoentre risas. –Los humanos están todo el tiempo haciendo pactos… Tú lo sabes bien.-

Kimberley podría no admitirlo, pero Lindsay al parecer era su única amiga en el infierno. (Si es que se puede considerar en ese horrendo lugar) Aquella demonio de cabello castaño y piel lechosa había llegado al infierno a través de un demonio que Kimberley odiaba y cuando éste se vio muerto por un ángel,Kimberley no sintió ni una puntada de tristeza. Lo que ella hizo fue aproximarse a la nueva demonio, y desde entonces, Lindsay se veía obligada a aguantar la personalidad desagradable de la Grimorio de cabellos rojos.
La propia Kimberley sabía que su personalidad no era de las mejores y prefería mantenerse de esa forma, pues así evitaba aproximarse con los desagradables demonios de su alrededor. Sihabía una cosa que Kimberley había aprendido durante su existencia como humana, era que si se pegaba a cualquier cosa, estuviera viva o no terminaría triste y nostálgica.

-Pues nada dura para siempre.-
-¿Quién nos mandó a convertirnos en Grimorios del segundo círculo, Linz?- Kimberley preguntó retóricamente, usando un tono sarcástico, en medio de la conversación que ella y Lindsay tenían,mientras se dirigían a la sala de Minos; el Juez del infierno, y líder del segundo círculo infernal, donde los portales para ir a la Tierra se localizaban.
Claro, nadie les había mandado a convertirse en demonios de pactos…Ser un Grimorio era una consecuencia de sus propios actos y ellos tenían que aceptar las responsabilidades. Les gustara o no.***
La torre del placer (En donde Minos se encontraba) quedaba a algunos metros de distancia de la Torre de los vientos. Kimberley y Lindsay (O Linz según como la llamaba Kimberley) Caminaron durante todo el transcurso intentando protegerse como podían de la ventisca feroz que las castigaba. Los abrigos negros que ellas usaban solían agitarse con fuerza sobre sus piernas, y sus cabellos largosy sedosos les golpeaban el rostro con fuerza.
Estaba oscuro, más aquel viento les mantenía lejos de las tinieblas, ayudándolas a ver el camino por donde iban. La torre del placer era grande, hecha de oro macizo y en la puerta se encontraban dos guardias, justo como en todos los lugares del infierno. Siempre había un Baal protegiendo los accesos a los principales puntos infernales.
Antes deque ambas consiguieran entrar en la torre, Kimberley discutió con los Baal que resguardaban la entrada. A Kimberley no le gustaban los demonios de clase guardianes, pues siempre iban con un aire de superioridad por ser los responsables de la seguridad de los locales del infierno, pensando que los otros les debían respeto por aquellos cuando en realidad, estaban en uno de la escala más baja de la...