Huracan

En algunos años mis hijos van a querer saber y hasta mis nietos por aquella historia van a preguntar. Cuando me brillan los ojos sueño con el día en que no tenga que pensar en ese relato, casi de fábula, fanatismo y tanta fe fiada. A Dios le pido que no se me acabe el aire sin volver a verlo ganar gustando, goleando y gozando. Un ocaso de Domingo tal vez me sorprenda con la mirada tiritando defrío, perdida, como volando, torpemente alegre, inmensamente consciente en el fondo de mi razón de vivir más irracional, anotando en esa bitácora que apunta pendientes, el contarle algo nuevo a mi descendencia. Esta tardecita tengo un legado y quiero dejarlo tal como lo recuerdo:

“El cansancio físico era un precio efímero a pagar por verlos. Rememoraba el semestre que estaba por llegar al cénit yme regocijaba conmigo mismo, con las aventuras del Flaco de los tacos, el rubio que con bastón y galera pisaba firme, el chiquito de los arranques rosarinos, los laterales brasileños, el capitán del barco y el filósofo que les hizo saber que todo era un juego; si no se hamacaban en mi boca, los halagos encontraban refugio en labios ajenos. Eran nómades las oraciones, las estrofas y los cánticos,se deslizaban en el aire, en la eternidad y volvían a ser mías, y no tanto, porque fueron de todos los que esperábamos el final, que el sol saliera de una buena vez.

Por esas cosas del destino y pese a que mis piernas fueron fieles desde una cena a un mediodía, no pude obtener una entrada (aunque me llevé unos compañeros y aquel apodo guevarista por una gorra verde que no atreví a volver ausar). Mi viejo me reconfortó como sabía hacerlo y me ayudó a conseguir el tan ansiado papel. Desde los inicios del campeonato él me hablaba del equipo, de cómo jugaban y del valor que debía darle a cada pase, a cada gol, a cada espectáculo colectivo. Me aconsejaba grabar los instantes en la retina para atesorarlos, como si así pudiera mostrarle la bocha al futuro, amagarle y salir jugando… yo creíaque era posible seguir por el camino que estábamos recorriendo, pero él conocía los vaivenes del deporte de potrero y me sabía ilusionado.

Mis primos y mi hermano fueron mi caravana ese 5 de Julio del 2009. Nos dedicamos a disfrutar las esquinas y la sombra de los árboles, comimos algo y empezamos a llenar la popular. Cargadas van, insultos vienen, el folclore del fútbol se hizo escuchar y lepuso un manto de expectativa al partido. Unas cuatro horas se empecinaban en ablandar el ánimo, en machacar energías que tenían décadas evolucionando, replicándose en los músculos, la garganta y la voz, como una estrella fugaz que se niega a morir y escapa lejos de nuestros sentidos. Nos habíamos prometido un tatuaje simbólico con mi prima para grabar en la piel lo que se lleva en el Alma, eso que mihermano había descubierto ese año, enamorándose del tiki - tiki..

Después de tanto tiempo esperando una oportunidad así, todo se había dado para que un grito nos hiciera uno y nos permitiera coronarnos una vez más, incluso por vez primera para tantos que nunca lo vieron campeonar. Todos aullamos ese gol, nos colgamos de las nubes y caímos cuando todo se volvió vapor: un banderín lo sepultó sinsaberse consciente de la decisión equívoca que tomaba o, peor aún, admitiendo complicidad con una nueva línea de tiempo color de moneda extranjera que tachaba lo que suponíamos un destino irrefutable. El tiempo siguió corriendo y no hubo bastón, tampoco jerarquía, ni arranques o truco con los pies, pero algo electrizaba el aire y hasta el cielo parecía presentir el milagro y se caía en forma depiedras de agua, anticipando el Huracán. Algunos sugerían que eran las lágrimas de la eterna contracara en el pleito barrial; yo, muy dentro mío, llegué a sentir que ese fue “El de Arriba” presagiando lo peor, intentando contener tanto dolor, de ese que no se puede explicar. Esa misma congoja que mi viejo tenía desde el ’94 cuando algo se marchitó, se deshojó por dentro acodado allá, en...