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El sombrero de todos
Ahora hasta los chinos se creen dueños del vueltiao, de fabricación indígena en la costa colombiana.

Quizás el sombrero vueltiao hizo por la música de acordeón lo que nada ni nadie antes: unir las sabanas de Córdoba y de Sucre con el valle de Upar.
O quizás animó la confusión. No estoy seguro.
Es que a la música de acordeón se la llama en Colombia vallenato y el términotiende a excluir a toda aquella de lugares distintos de Valledupar. La de Alejo Durán, la de Alfredo Gutiérrez o la de los Gaiteros de San Jacinto, para citar solo tres ejemplos. El gentilicio valduparense deja por fuera también a los músicos guajiros, que tanto han aportado al género.
Por eso es probable que el día en que el Turco Gil decidió el vestuario de sus Niños del Vallenato y puso encabeza de cada uno un sombrero vueltiao, subsanó de una buena vez, con su aparente incongruencia, una injusticia histórica.
Los niños del Turco no fueron, sin embargo, los únicos en adoptar el vueltiao. Varias cumbiambas de Barranquilla rompieron la tradición y cambiaron por él su propio sombrero.
El vueltiao había sido hasta el siglo XX solo utilizado por gamonales y campesinos de Córdoba yBolívar, pero, en 1966, Carlos Lleras Restrepo se lo puso para recorrer la costa en campaña política. En 1981, una anciana, Katherine Hepburn, lució uno en On Golden Pond (Nuestros años dorados), junto a Henry Fonda, pero fue el boxeador Miguel ‘Happy’ Lora, nacido en Montería, el primero que lo mostró con orgullo y propiedad al obtener en 1985 su título mundial. Al año siguiente le regalaron uno alpapa Juan Pablo II en su visita a Colombia y, trece años después, en el 2003, a Bill Clinton, entonces presidente de los Estados Unidos. El país entero no cabía en la piel. Emocionado, el Congreso de la República decidió elevarlo a la categoría de símbolo cultural de la nación. Con semejante tributo, una encuesta organizada por Semana en el 2006 lo escogió como emblema colombiano por excelencia, porencima del café, la orquídea y los carnavales. Y en una de las carreteras del Atlántico, algún arquitecto entusiasmado construyó un estadero con forma de sombrero sinuano.
Hace dos años, varios respetuosos y sonrientes empresarios chinos estuvieron visitando el resguardo indígena de San Andrés de Sotavento, donde se fabrica a mano el sombrero y se llevaron varios. Ahora, miles de sombrerosvueltiaos hechos en China inundan las calles de Cartagena, portando marquillas que aseguran ser colombianos.
En verdad son sombreros, además de ‘chimbos’, de mala calidad, más pequeños, frágiles, de ninguna resistencia a la lluvia y no pueden doblarse, que es una característica del original. Su precio, eso sí, resulta cuatro veces menos que el de este. Los chinos invierten medio dólar en cada sombreroy lo venden como en ocho, unos 15.000 pesos colombianos.
Turistas extranjeros y del interior, más interesados en tomarse la foto que en la calidad del sombrero, compran el modelo chino, se lo ponen, posan para la cámara y después lo arrojan a la basura o lo usan hasta que se les daña. Los vendedores cartageneros del sombrero vueltiao auténtico se quejan: antes vendían unos 200 originales cadames. Ahora no pasan de 60.
¿De quién es, pues, el sombrero vueltiao? ¿De los artesanos de Córdoba y de Sucre? Si esto es así, solo ellos podrían venderlo o autorizar por concesión que otro lo hiciese. Los chinos deberán pagar entonces regalías al país y a los artesanos costeños, si es que obtienen permiso de fabricación. Y los artesanos costeños deben recibir también regalías de todo aquel,colombiano o no, que quiera comercializar sus productos en el resto del país o del mundo. En eso estriba el respeto a su denominación de origen. Sombreros o cualquier otra artesanía, la ley debe cobijarlos a todos.

Heriberto Fiorillo

biografía
Heriberto Fiorillo es autor de Arde Raúl, La Cueva, Nada es mentira, Cantar mi pena, La mejor vida que tuve y otros libros de periodismo literario. Ha...