isabel allende

Páginas: 33 (8129 palabras) Publicado: 16 de octubre de 2014



Isabel Allende
Los amantes del Guggenheim
El oficio de contar
EDITORIAL SUDAMERICANAIsabel Allende (1942), de nacionalidad chilena, nació en Lima. Ha trabajado infatigablemente como periodista y escritora desde los diecisiete años. La casa de los espíritus (1982) la situó en la cúspide de los narradores latinoamericanos e inauguró una brillante trayectoria literaria que, con los años,no ha dejado de acrecentar su prestigio. Entre sus obras, cabe mencionar Eva Luna, Cuentos de Eva Luna, El plan infinito, De amor y de sombra, Paula, Afrodita, Hija de la fortuna, Retrato en sepia, Mi país inventado, El zorro y la trilogía «Las memorias del Águila y el Jaguar», integrada por La Ciudad de las Bestias, El Reino del Dragón de Oro y El Bosque de los Pigmeos.

Los amantes delGuggenheim © Isabel Allende, 2001
El oficio de contar © Isabel Allende, 2007
© 2008, Random House Mondadori S.A.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2013, Random House Mondadori S.A.
Humberto I 555, Buenos Aires, Argentina
Publicado por Random House Mondadori S.A.,
Argentina, con acuerdo de
Random House Mondadori S.A., España
www.megustaleer.com.ar
Impreso en la Argentina.ISBN: 978-950-07-4440-9
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723.
Esta edición se terminó de imprimir en RR Donnelley Argentina S.A.
en el mes de agosto de 2013.
LOS AMANTES
DEL GUGGENHEIM

Un vigilante nocturno encontró a los amantes durmiendo en un nudo de brazos y cabellos, envueltos en la espuma de un arruinado vestido de novia, en una de las salas del Museo Guggenheim en Bilbao.Eran las cinco de la madrugada, tal como sostuvieron primero el vigilante y luego los policías. El detective Aitor Larramendi agregó en su informe que regadas por todo el edificio había señales inconfundibles de una bacanal. Aunque jamás había asistido a una —hecho que secretamente lamentaba— su experiencia en toda suerte de vicios humanos le permitía detectar las huellas sin asomo de duda. Laforma en que la atrevida pareja penetró al museo y permaneció allí, nunca quedó clara; los detenidos aseguraron haber pasado la noche adentro, pero los indignados guardias juran hasta hoy que eso es imposible, ya que ellos rondan sin descanso. Además, explicaron, las cámaras de televisión espían hasta el último pensamiento y las alarmas infrarrojas se disparan a la menor provocación. El museo estáprovisto de ojos mágicos que al parpadear activan una bullaranga de fin de mundo, alertando a la policía, a los bomberos y al director, hombre de constitución nerviosa, agobiado por el peso de la responsabilidad. Ni una cucaracha pasa desapercibida en el Guggenheim, aseguran los expertos en seguridad, mucho menos un par de locos explosivos como aquella pareja.
—Yo no vi un alma en toda la noche—dijo la muchacha cuando recuperó el entendimiento en una clínica de rehabilitación, once horas más tarde.
Se la habían llevado los paramédicos en una camilla, cubierta como un cadáver, pero todos pudieron vislumbrar las formas de su cuerpo bajo la sábana. Por el suelo arrastraba la cola del vestido de velos y el cabello oscuro de sirena. Entre tanto dos uniformados condujeron al muchacho, desnudo yesposado, a un carro policial. Los testigos quedaron conmovidos y envidiosos.
—De vigilantes, nada, hombre. Esos tíos estarían jugando cartas o mirando la televisión. Medio mundo estaba anoche frente a la tele, por el escándalo del Papa, ¿sabe? Ella y yo anduvimos por todas partes persiguiéndonos como conejos, yo tal como mi madre me echó al mundo y ella siempre con su vestido de novia, porque nopude desabrocharle esos botoncitos de pulga —corroboró más tarde el joven, detenido en el cuartel de policía.
El detective Larramendi recuperó las flores marchitas del ramo nupcial, que se hallaban desparramadas en los diversos pisos. Las rosas, que fueran blancas en su estado virginal, yacían por los suelos de mármol convertidas en amarillentos moluscos, impregnando el aire del Guggenheim...
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