la abeja
Bucay, Jorge.
Editorial Océano, 2ª Edición, 2005, México.
El elefante encadenado
-No puedo, le dije, ¡NO PUEDO!
-¿Seguro? Mepregunto el gordo.
-Sí, nada me gustaría más que poder sentarme frente a ella y decirle que lo siento... pero sé que no puedo.
El gordo se sentó a lo Buda en esos horribles sillones azules delconsultorio, se sonrió, me miró a los ojos y bajando la voz (cosa que hacía cada vez que quería ser escuchado atentamente), me dijo:
-¿Me permites que te cuente algo?
Y mi silencio fue suficienterespuesta.
Jorge empezó a contar:
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba laatención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía el despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante sequedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera y apenas enterradounos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar laestaca y huir.
El misterio es evidente: ¿qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algúnmaestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
-Si estáamaestrado ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido una respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo recordaba cuando me encontraba con...
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