la dama de negro

Páginas: 763 (190655 palabras) Publicado: 24 de junio de 2015
Bienvenidos al comienzo del fin.
De las llamitas, algunas altas y
poderosas eran, vivamente brillaban
y con claridad, otras por su parte
eran
pequeñas,
vacilantes
y
temblorosas, y oscurecíase su luz y
amortiguábase a trechos. En el
mismo final había una llamita
pequeña y tan débil que apenas
ardía, apenas se removía, ora
brillando con gran esfuerzo, ora
casi, casi apagándose del todo.
—¿De quiénes ese fueguecillo
moribundo? —preguntó el brujo.

—Tuyo —respondió la Muerte.
Flourens Delannoy,
leyendas.

Cuentos

y

Andrzej Sapkowski

La dama del lago
Geralt de Rivia Libro VII
ePub r1.7
libra 27.11.2014

Título original: Pani jeziora
Andrzej Sapkowski, 1999
Traducción: Fernando Otero Macías y
José María Faraldo
Editor digital: libra
Primer editor: ikero
Corrección de erratas: Tizón,viejo_oso,
nemiere, Kyrylys, Banshee, YitanFFIX,
Rubirpg
ePub base r1.2

We are such stuff
As dreams are made
on, and our little life
Is rounded with a
sleep
William Shakespeare

Volumen I

Capítulo primero
Y
siguieron
caminando hasta que
llegaron hasta un lago
de aguas cristalinas,
amplio y hermoso, y
en medio de aquel
lago vio Arturo un
brazo
vestido
de
blanca tela sujetando
una
espada
demaravilloso trabajo.
Vieron luego a una
dama que pisaba con

fuerza en el espejo de
las aguas
—¿Quién es esa dama
tan encantadora? —
preguntó Arturo.
—La llaman la Dama
del Lago —respondió
Merlín.
Thomas
Morte Darthur

Malory,

Le

El lago estaba encantado. No había duda
alguna.
En primer lugar, se hallaba situado
junto a la garganta del valle maldito de
Cwm Pwcca, el valle misterioso,

cubierto poreterna niebla, famoso por
sus prodigios y apariciones mágicas.
En segundo, bastaba con mirar.
La superficie del agua era de un azul
profundo, exquisito y tranquilo cual
verdadero zafiro pulido. Era lisa como
un espejo, hasta tal punto que las
cumbres de las montañas de Y Wyddfa,
que se miraban en él, ofrecían un
aspecto más hermoso en forma de
reflejo que en la propia realidad. Un
viento frío yvivificante soplaba desde
el lago y nada perturbaba la digna
calma, ni siquiera el chapuzón de un pez
o el graznido de un ave acuática.
El caballero se estremeció de la
impresión. Pero en vez de continuar

cabalgando por la cima de la colina,
dirigió al caballo hacia abajo, hacia el
lago. Tal y como si fuera atraído por la
fuerza magnética de un hechizo que
dormitara allá, abajo, en el fondo, enlo
profundo de las aguas. El caballo
posaba los cascos tímidamente entre las
quebradas rocas, mostrando con un
ronquido apagado que él también
percibía el aura mágica. Cuando llegó al
fondo, a la playa, el caballero desmontó.
Llevando al rocín de las riendas, se
acercó al borde del agua, donde una
débil ola jugueteaba con los cantos
rodados.
Se arrodilló, la cota de malla
rechinó. Espantando a unosalevines,

unos pececillos pequeños y vivaces
como agujas, tomó agua en el hueco de
las manos. Bebió con cuidado y
despacio, el agua fría como el hielo le
entumecía la lengua y los labios, le
pinchaba los dientes.
Cuando volvió a agacharse para
recoger agua le alcanzó un sonido que
viajaba por sobre la superficie del lago.
Alzó la cabeza. El caballo relinchó,
como confirmando que él también lohabía percibido.
Aguzó el oído. No, no era una
ilusión. Había escuchado un canto.
Cantaba una mujer. O más bien, una
muchacha.
El caballero, como todos los

caballeros, había crecido con las
canciones de los bardos y los relatos de
caballerías. En ellos, nueve de cada diez
veces las llamadas o los cantos de una
muchacha eran cebos, el caballero que
iba detrás de sus voces por lo general
caía enuna trampa. A menudo, mortal.
Pero la curiosidad le venció. El
caballero, al fin y al cabo, no tenía más
que diecinueve años. Era muy atrevido y
bastante poco juicioso. Era famoso por
lo uno y conocido por lo otro.
Comprobó que la espada corría bien
en la vaina, luego tiró del caballo y
avanzó por la playa en la dirección de la
que provenía el canto. No tuvo que ir
muy lejos. La orilla estaba...
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