La Niña Que Perdi En El Circo

Páginas: 108 (26904 palabras) Publicado: 25 de junio de 2012
I
La niña y yo somos distintas. Ella permanece tal cual la dejé hace tiempo, obstinadamente niña, rubia, quieta y como fragmentada a veces. En cambio a mí se me han aburrido ligeramente los pasos de caminar, se me gastaron las suelas, pero aún estoy viva y al parecer, sigo entera.

Somos distintas la niña y yo y sin embargo, tan parecidas. Hay mucho de su forma de mirar en mis ojos y trajeconmigo algunas de sus tristezas.

Eran tristezas que le quedaban enormes de grande, que le colgaban como si fueran prestadas, por eso las traje.

Ahora sé que son tristezas tercas, en vano traté de cambiarlas por dicha más tarde; no me aceptaron la oferta. Prefirieron quedarse como estuvieron siempre, sin exigirme otra cosa que algún lugar donde encerrarse. Les di el último cuarto del fondo y de vez encuando aprovechan la mínima rendija que les dejo abierta para salir, se me escapan en largas filas, y es entonces cuando me duele la lluvia, o el crepúsculo destruyendo a una tarde o el domingo en las calles del centro.

Por suerte tuve tiempo de traerme también su alegría, su espíritu travieso, su risa fácil, por cualquier tontería. Me hace un bien enorme escucharla reír a esa niña, me sientosana otra vez, me limpia.

Fue precisamente la niña quien me enseño a reír con los ojos, sin que la boca participara del juego y gracias a ella aprendí que pasando por las sucesivas etapas del ahogo, las toses y el asma, uno se puede llegar a morir de risa.
Traje muchas de sus travesuras en mis rodillas, y en mis piernas su torpeza con los árboles, y hasta se vino escondida entre rulitos, unahorrible cicatriz de viruela.
Cuando la descubrí en mi frente, era ya muy tarde para sacarla y allí me quedó y envejeció conmigo.
Conservo uno de sus juguetes, el que más quería. Aquella mutilada muñeca negra que rescaté del lejano basurero una tardecita, después de asegurarme que no había husmeando ningún espía. Le faltan dos o tres dedos, es cierto, y tiene la nariz pelada a causa de un tontoaccidente de trenes, que eran dos sillas de mimbre siamesas por la espalda. A pesar de todo, yo la sigo viendo entera y eso me basta.

Mucho antes que Sor Margarita, ella fue mi primera maestra y yo apenas una alumna desatenta. Desde la falda del abuelo me enseño a pelar el asado de tira como si fuera una banana y a soplar y soplar la sopa que a menudo llegaba hirviendo, y a revolver rincones ocultospara descubrir secretos. Y una cosa importante: que no existe mejor terapia contra los nervios, que el comerse las uñas cuando se plantea la crisis.
Comprobé cuán cierto era, tan relajante como un baño de agua tibia.
En parte la niña fue cruel conmigo. Me obligó a traer en los oídos el reloj que golpeó su madurez prematura noche tras noche, en que la ausencia del padre y el desvelado insomnio de lamadre se medían con la repetición de las horas, y éstas tardaban casi tanto en pasar como tardaba la angustia y se estiraba la espera. Aún me dañan los relojes, se me clavan sus agujas…
Juntas fabricamos ilusiones y azúcar con el polvo del ladrillo. En la última primavera vivimos el primer amor del niño de boina verde, que veíamos pasar con ambas manos agarradas de los barrotes de hierro. Yenterramos a “Ñata”, nuestra perra, en el lugar donde después creció una curiosa planta, que al anochecer soltaba un quejido rarísimo, muy similar a un ladrido.
La niña ya no está conmigo. Estoy separada de ella desde hace tiempo. Desde aquel verano en el circo en que un fuerte dolor de barriga me metió de cabeza en la adolescencia. Su compañía infantil me resultó de pronto tonta, intolerable, desabrida.No tuve más ganas de jugar con ella al descanso ni a la tiquichuela ni al un-dos-tresmiro.
Acabó por irritarme todo cuanto hacía o decía. Mis doce años llenos de expectativas nuevas la dejaron de lado, preocupados como estaban en pintarse los labios para inventar mejor los besos con los actores de moda o en hablar de cosas adultas, no aptas para menores.
Ella quizá percibió mi rechazo, por eso...
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Estos documentos también te pueden resultar útiles

  • la niña que perdi en el circo
  • la niña que perdi en el circo
  • La niña que perdi en el circo
  • la niña que perdi en el circo
  • La Niña Que Perdi En El Circo
  • La Niña Que Perdi En El Circo
  • La Niña Que Perdi En El Circo
  • la niña que perdi en el circo

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS