la vida en el buen pastor

La vida en El Buen Pastor
Yuri Lorena Jiménez

Las internas de la cárcel de mujeres no solo pierden su libertad; de muchas formas, también su dignidad. Pero su peor condena llega con la separación de sus hijos.


Hace tres años todavía dormía entre sábanas limpias. Su rutina era la de cualquier jefa de hogar: algunas preocupaciones, una que otra escaramuza con sus hijos y muchos ratos detranquilidad y alegría. Se iba a dormir en paz, después de una buena cena o un rato de televisión con alguno de sus muchachos.
Para entonces doña Carmen tenía 48 años, era viuda y vivía orgullosa de haber sacado adelante a sus hijos a punta de trabajar como conserje.
Hoy, después de 20 meses de prisión e incontables sufrimientos, doña Carmen no termina de explicarse de dónde surgió latentación que dio a su vida un giro hacia la amargura y el dolor.
Como la mayoría de las casi 400 privadas de libertad que conforman la población penal de El Buen Pastor, única cárcel para mujeres en el país, esta señora de rostro afable y maneras sencillas está presa por haber violado la Ley de Psicotrópicos.
Hoy, la imagen de su habitación con las fotografías más queridas colgando de las paredes,aquel aroma característico de su cocina por las mañanas y sus carreras por tener a tiempo el desayuno para sus hijos, le parecen un sueño tantas veces añorado que a menudo se le hace un amargo nudo en la garganta.
En vez de todo eso que entonces le parecía trivial, desde hace casi dos años tiene que compartir una sola pieza con otras 27 mujeres en camarotes apilados a lo largo de la estrecha yoscura covachuela que hace las veces de habitación.
Entre los tormentos que se sufren a toda hora pero se exacerban por las noches, está la contaminación que producen algunas --pero que afecta a todas-- cuando fuman cigarrillo, marihuana o crack. Otros ingredientes de la tortura nocturna son los ronquidos, gases, eructos, sudores, llantos y otros ruidos que, aunados a la respiración de veintitantaspersonas durmiendo en el mismo sitio, convierten el aire en un vaho insoportable. Para empeorar aún más la situación, en los últimos meses una incontrolable plaga de ratas que por su tamaño parecen zorros se ha convertido en la pesadilla de funcionarios e internas en El Buen Pastor. Las tétricas condiciones en que se encuentra el inmueble, construido en 1950, hacen que las constantes fumigacionessean prácticamente inútiles; sólo que ahora además de perseguir a las ratas vivas, deben dar con el paradero de las que, mediante su fétido olor, anuncian su muerte.
A los problemas de higiene y de hacinamiento, se suman las escenas de "lesbianismo público". Aunque doña Carmen reconoce que en los últimos meses los oficiales de seguridad han tenido más éxito en el control de esta situación, afirmaque hubo períodos en que ella y el resto de sus compañeras tuvieron que presenciar y tolerar los arrumacos nocturnos de hasta seis parejas que conformaban parte del grupo.
Varias de las mujeres coinciden en que en momentos como esos es cuando afloran con más vehemencia en sus mentes las preguntas que siempre las acompañan: ¿Por qué me metí en esto? ¿Hasta cuándo voy a poder soportarlo? ¿Cómopude hacerles esto a mis hijos, a mi madre?
Crimen y castigo
La mayoría de mujeres que ya cumplen sentencia en El Buen Pastor reconocen sus errores y el hecho de que están obligadas a saldar una deuda con la sociedad, pero poco les sirve esto para sobrellevar su vida en el encierro. A lo sumo, constituye un aliciente para aferrarse a su eterna promesa: "El día que cumpla mi condena y cruce eseportón, esa va a ser la última vez que lo haga. Nunca más me vuelvo a jugar la libertad", dice Rosiris, una guanacasteca de cepa que más parece una maestra de kínder que una infractora de la ley.
Los jerarcas del Ministerio de Justicia y de Adaptación Social están conscientes de que, como infractoras, estas mujeres deben pagar por sus delitos con la privación de su libertad, pero igualmente...