la vida no tiene nombre
La yerba, empujada por la brisa recia y cimarrona,se doblaba tomando olas verdes.Recordé entonces que Simián esperaba allá, en las márgenes del litoral, mientras las olas dela bahía rompían en la arenadejando la playa manchada de una espumagrasienta. El yerbajo parecía cantar. Yo pensaba en Simián yme llenaba de optimismo saber que me encontraba cerca de su posible salvación.Como la tarde yenía, pensé que mejor era dejar paso-a la noche. Así,pues, me escondí en los pajonales y esperé con ansiedad, acostadoentre la yerba, mirando las
La yerba, empujada por la brisa recia y cimarrona, se doblaba tomando olas verdes.Recordé entonces queSimián esperaba allá, en las márgenes del litoral, mientras las olas dela bahía rompían en la arenadejando la playa manchada de una espuma grasienta. El yerbajo parecía cantar. Yo pensaba en Simián ymellenaba de optimismo saber que me encontraba cerca de su posible salvación.Como la tarde yenía, pensé que mejor era dejar paso-a la noche. Así, pues, me escondí en los pajonales y esperé conansiedad, acostadoentre la yerba, mirando las
La yerba, empujada por la brisa recia y cimarrona, se doblaba tomando olas verdes.Recordé entonces que Simián esperaba allá, en las márgenes del litoral,mientras las olas dela bahía rompían en la arenadejando la playa manchada de una espuma grasienta. El yerbajo parecía cantar. Yo pensaba en Simián yme llenaba de optimismo saber que me encontraba cerca...
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