Lanchitas

Páginas: 14 (3401 palabras) Publicado: 22 de noviembre de 2012
LANCHITAS (*) Home/Portal de J. María Roa Bárcena

El título puesto a la presente narración no es el diminuto de lanchas, como a primera vista ha podido figurarse el lector, sino - por más que de p ronto se le resista creerlo- el diminutivo del apellido “Lanzas”, que a principios de este siglo llevaba en México un sacersote muy conocido en casi todos los círculos de nuestra sociedad.Nombrábasele con tal derivado, no sabemos si simiplemente en señal de cariño y confianza, o si también en parte por lo pequeño de su estatura; mas sea que militaran entrambas causas juntas, o aislada alguna de ellas, casi seguro es que las dominaba la sencillez pueril del personake, a quien , por su carácter, se aplicaba generalmente la frase vulgar de :no ha perdido la gracia del baustismo”. Y, como poralgún defecto de la organización de su lengua, daba a la t y a la c, en ciertos casos, el sonido de la ch, convinieron sus amigos y conocidos en llamarle “Lanchitas,” a ciencia y paciencia suya; esponiéndose de allí a poco lo que quisieran designarle por su verdadero nombre, a malgastar tiempo y saliva. ¿Quién no ha oído alguno de tantos cuentos, más o menos salados, en que Lanchitas funge deprotagonista, y que la tradición oral va transmitiendo a la nueva generación? Algunos me hicieron reír más de veinte años ha, cuando acaso aún vivía el personaje; sin que las preocupaciones y agitaciones de mi malhadada carrera de periodista me dejaran tiempo ni humor de procurar su conocimiento. Hoy, que, por dicha, no tengo que ilustrar o rectificar o lisonjear la opinión pública, y que por desdicha voyenvejeciéndome a grandes pasos, qué de veces al seguir en el humo de mi cigarro, en el silencio de mi alcoba, el curso de las ideas y de los sucesos que me visitaron en la juventud, se me ha presentado, en l especie de linterna mágica de la imaginación, Lanchitas, tal como me lo descubrieron sus coetáneos: limpio, manso y sencillo de corazón, envuelto en sus hábitos clericales, avanzando por esscalles de Dios con la cabeza siempre descubierta y los ojos en el suelo: no dejando asomar en sus pláticas y exhortaciones la erudición: de Fenelón, ni la elocuencia de Bossuet; pero pronto a todas horas del día y de la noche a socorrer una necesidad, a prodigar los auxilios de su ministerio a los moribundos, y a enjugar las lágrimas de la viuda y el huérfano: y en materia de humildad, sin términode comparación, pues no le hay, ciertamente, para la humildad de Lanchitas. Y, sin embargo, me dicen qeu no siempre fue así; que si no recibió del lcielo un talento de primer orden, nu una voluntad firme y altiva, era hombre medianamente resuelto y despejado, y por demás estudioso e investigador. En una época en que la fe y el culto católico no se hallaban a discusión en estas comarcas, y en queel ejercicio del sacerdocio era relativamente fácil y tranquilo, bastaban la pureza de costumbres, lo observancia de la disciplina eclesiástica, el ordinario conocimiento de las ciencias sagradas y morales, y un juicio recto para captarse el aprecio del clero y el respeto y la estimación de la sociedad. Pero Lanzas, ávido de saber, no se había dado por satisfecho con la instrucción seminarista; enlos ratos que el desempeño de sus obligaciones de capellán le dejaba librs, profundizaba las investigaciones teológicas, y, con autorización

de sus prelados, seguía curiosamente las controversias entabladas en Europa entre adversarios y degensores del catolicismo; no siéndole extrañas ni las burlas de Voltaire, ni las aberraciones de Rousseau, ni las abstracciones se Spinoza; ni lasrefutaciones victoriosas que provocaron e su tiempo. Quizá hasta se haya dedicadoal estudio de la sciencias naturales, después de ejercitarse en el de las lenguas antiguas y modernas; todo en el límite que la escazes de maestros y de libros permitía aquí a principios del siglo. Y este hombre, superior en conocimientos a la mayor parte de clérigos de su tiempo, consultado a veces por obispos y oidores,...
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