Lectura 4

Raúl A. Romo E. Latín I CCH Vallejo
Carlos GOÑI, Una de romanos. Un paseo por la historia de Roma. Madrid: Ariel. 2007
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El suicidio de Lucrecia
El honor no es sólo cosa de hombres. También las mujeres romanas supieron dar la vida
por algo que es más importante que la vida. Si los varones acometieron gestas memorables
para salvar a la patria en el campo de batalla, las mujeres lo hicieron dentrode sus casas,
en sus alcobas, sobre sus propios lechos. Parece que el honor masculino y el femenino,
aunque de la misma especie, no son lo mismo. Aquél tiene que ver con el bien y la
seguridad de la ciudad, de la patria, de la sociedad; éste, en cambio, hace referencia a la
intimidad, a los recodos del corazón. Los dos ejemplifican el mismo sentimiento pero en
direcciones opuestas: uno hacia fueray el otro hacia dentro. ¿Qué sacrificio vale más: el
que gana batallas y conquista territorios, o el que asegura lo cotidiano y revitaliza ese
temple que nos hace humanos?
A Tulio Hostilio le sucedió Anco Marcio, el último rey latino-sabino. Los tres reyes
siguientes fueron de origen etrusco: Tarquino Prisco, Servio Tulio y Tarquino el
Soberbio. La dinastía etrusca trajo nuevos aires a Roma,impulsó el comercio y la
industria e introdujo el gusto por la comodidad y el lujo. Durante sus reinados se
construyó la muralla de la ciudad, la Cloaca Máxima, el Circo Máximo y el puerto de
Ostia; también se implantó el censo que dividió a la población en cuatro clases según los
medios económicos, lo que incomodó a los patricios que veían que hombres de origen
plebeyo podían acercarse a su estatuspolítico.
Pero la monarquía no iba a ser el sistema de gobierno apropiado para Roma. En su final
definitivo tuvo mucho que ver una mujer: Lucrecia, una dama de la aristocracia, hija de
Espurio Lucrecio Tricipitino, prefecto de la ciudad, y esposa de Lucio Tarquino Colatino
Habían pasado 244 años ab urbe condita, desde la fundación de Roma, es decir, era el
año 509 a.C., cuando los romanos seencontraban sitiando la rica ciudad de Ardea. En
tales campañas, los momentos de ocio en el campamento eran muchos, sobre todo para
los oficiales. En una de esas aburridas veladas, discutían Sexto Tarquino, el hijo del rey
Soberbio, y su primo Tarquino Colatino sobre qué estarían haciendo sus esposas
mientras ellos se hastiaban en una incómoda tienda. «Seguro que nuestras mujeres se
están dandobanquetes y disfrutando de la noche con sus amigos, riendo y bailando»,
decía el hijo del rey. «Eso no hará mi Lucrecia: seguro que se pasa las noches encerrada
en su cámara bordando sin otra compañía que sus fieles esclavas», respondió el Colatino.
Esta seguridad en la decencia de su mujer molestó tanto a Sexto que apostó su mejor
caballo con su primo a que Lucrecia no era tan virtuosa como él creía.Aceptada la
apuesta, los que se encontraban en la tienda se acercaron a Roma y comprobaron cómo
efectivamente la mujer del príncipe se lo pasaba estupendamente rodeada de sus
parientes y amigos. Acto seguido fueron a casa de Colatino y, sin ser vistos, pudieron ver
a Lucrecia junto a sus esclavas bordar a la lumbre de un candil mientras suspiraba por la
ausencia de su marido.
Colatino ganó laapuesta, lo que enfureció todavía más a Sexto Tarquino. Envidioso por
la suerte de su primo (y avergonzado por la desvergüenza de su esposa) planeó seducir a
Lucrecia y beneficiársela como fuera. Así que una noche desapareció del campamento
sin ser notado y se llegó hasta la casa de Colatino. Lucrecia lo recibió como merece un
príncipe, con la máxima corrección y todo el cariño que permite la auténtica1

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hospitalidad. Estuvieron hablando hasta bien entrada la noche y cuando Lucrecia se
dispuso a ofrecer a su huésped la habitación de invitados, Sexto la agarró fuertemente y la
besó. Lucrecia rechazó aquel beso y quiso alertar a los esclavos, sin embargo, se encontró
con un puñal amenazante en su garganta. Sexto la empujó hasta su alcoba y allí la violó....