lieratura
ALTURAS DE MACCHU PICCHU
DEL aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna.
(Días de fulgor vivo en la intemperie
de los cuerpos:aceros convertidos
al silencio del ácido:
noches deshilachadas hasta la última harina:
estambres agredidos de la patria nupcial.)
Alguien que me esperó entre los violines
encontró un mundo como una torre enterrada
hundiendo su espiral más abajo de todas
las hojas de color de ronco azufre:
más abajo, en el oro de la geología,
como una espada envuelta en meteoros,
hundí la manoturbulenta y dulce
en lo más genital de lo terrestre.
Puse la frente entre las olas profundas,
descendí como gota entre la paz sulfúrica,
y, como un ciego, regresé al jazmín
de la gastada primavera humana.
LOS CONQUISTADORES
Ccollanan Pachacutec! Ricuy
anceacunac yahuarniy richacaucuta! TÚPAC AMARU I
I
VIENEN POR LAS ISLAS (1493)
LOS carniceros desolaron las islas.
Guanahaní fue la primera
en esta historia de martirios.
Los hijos de la arcilla vieron rota
su sonrisa, golpeada
su frágil estatura de venados,
y aun en la muerte no entendían.
Fueron amarrados y heridos,
fueron quemados y abrasados,
fueron mordidos y enterrados.
Y cuando el tiempo dio su vuelta de vals
bailando en las palmeras,
el salónverde estaba vacío.
Sólo quedaban huesos
rígidamente colocados
en forma de cruz, para mayor
gloria de Dios y de los hombres.
De las gredas mayorales
y el ramaje de Sotavento
hasta las agrupadas coralinas
fue cortando el cuchillo de Narváez.
Aquí la cruz, aquí el rosario,
aquí la Virgen del Garrote. La alhaja de Colón, Cuba fosfórica,
recibió el estandarte y las rodillas
en su arena mojada.
IV
SURGEN LOS HOMBRES
ALLÍgerminaban los toquis.
De aquellas negras humedades,
de aquella lluvia fermentada
en la copa de los volcanes
salieron los pechos augustos,
las claras flechas vegetales,
los dientes de piedra salvaje,
los pies de estaca inapelable, la glacial unidad del agua.
Arauco fue un útero frío,
hecho de heridas, machacado
por el ultraje, concebido
entre las ásperas espinas,
arañado en los ventisqueros,
protegido por las serpientes.
Así la tierra extrajo al hombre.
Creció como una fortaleza.
Nació de la sangre agredida.
Amontonó su cabellera
como un pequeño pumarojo
y los ojos de piedra dura
brillaban desde la materia
como fulgores implacables
salidos de la cacería.
LAS MASACRES
Pero entonces la sangre fue escondida
detrás de las raíces, fue lavada
y negada
(fue tan lejos), la lluvia del Sur la borró
de la tierra
(tan lejos fue), el salitre la devoró en la
pampa:
y la muerte del pueblo fue como siempre
hasido:
como si no muriera nadie, nada,
como si fueran piedras las que caen
sobre la tierra, o agua sobre el agua.
De Norte a Sur, adonde trituraron
o quemaron los muertos,
fueron en las tinieblas sepultados,
o en la noche quemados en silencio,
acumulados en un pique
o escupidos al mar sus huesos:
nadie sabe dónde están ahora, no tienen tumba, están dispersos
en las raíces de la patria
sus martirizados dedos:
sus fusilados corazones:
la sonrisa de los chilenos:
los valerosos de la pampa:
los capitanes del silencio.
Nadie sabe dónde enterraron
los asesinos estos cuerpos,
pero ellos...
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