Los hijos de los días de Eduardo Galeano
Los muchachos regresaron a Liverpool y se sentaron a esperar.Contaban las horas, contaban los días.
Cuando ya no les quedaban uñas por comer, un día como hoy recibieron la respuesta. La Decca Recording Company les decía, francamente:
No nos gusta su sonido.Y sentenciaba:
Las bandas de guitarras están desapareciendo.
Los Beatles no se suicidaron.
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Un día sin autos.
Los ecologistas y otros irresponsables proponen que porun día, en el día de hoy, los automóviles desaparezcan del mundo.
¿Un día sin autos? ¿Y si el ejemplo se contagia y ese día pasa a ser todos los días?
Dios no lo quiera, y el Diablo tampoco.Los hospitales y los cementarios perderían su más numerosa clientela.
Las calles se llenarían de ridículos ciclistas y patéticos peatones.
Los pulmones ya no podrían respirar el más sabrosode los venenos.
Las piernas, que se han olvidado de caminar, tropezarían con cualquier piedrita.
El silencio aturdiría los oídos.
Las autopistas serían deprimentes desiertos.
Lasradios, las televisiones, las revistas, y los periódicos perderían a sus más generosos anunciantes.
Los países petroleros quedarían condenados a la miseria.
El maíz y la caña de azúcar, ahoraconvertidos en comida de autos, regresarían al humilde plato humano.
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Vampiros
En el verano de 1725, Petar Blagojevic se levantó de su ataúd, en la aldea de Kisiljevo, mordió anueve vecinos y les bebió la sangre. Por orden del gobierno de Austria, que por entonces mandaba en aquellos pagos, las fuerzas del orden lo mataron definitivamente clavándole una estaca en el corazón.Petar fue el primer vampiro oficialmente reconocido, y el menos célebre.
El más exitoso, el conde Drácula, nació de la pluma de Bram Stoker, en 1897.
Más de un siglo después, Drácula se...
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