Los sueños mágicos de Bartolo

Los sueños mágicos de Bartolo
Mauricio Paredes
ilustraciones de Romina
Carvajal

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Bartolo de nuevo

Había otra vez un niño que seguía
llamándose Bartolo.
Bartolo tuvo una meteórica aventura
cuando su cama salió volando y lo llevó hasta
una ciudad secreta en medio de la cordillera
de Los Andes. Allí conoció a Pascual, un
sabio conejo; a Valentín, un puma muy
forzudo; aOliverio, un zorro un poco loco y
despistado, y a Sofía, una niña con la sonrisa
más linda del mundo. Juntos salvaron al
planeta de quedarse ¡sin sol!
Después de tantas emociones, Bartolo
volvió a su casa y fue al colegio como
siempre. Se sentó en su banco al final de la
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sala y agachó la cabeza para buscar entre el
montón de papeles hasta encontrar el frasco
donde había dejado guardadauna lagartija,
que ahora estaba fosilizada y sumamente
muerta. En esc momento escuchó la voz de
su profesora.
—Alumnos, quiero presentarles a una
nueva compañera.
Bartolo levantó el cuello lentamente para
ver quién era. No podía creer lo que veía.
—Espero que todos la reciban bien
—continuó la profesora—. Su nombre es..
—¡Sofía! —gritó Bartolo.
¡Sí, era ella! ¡Era Sofía! Pero, ¿cómo?¿Por qué? ¿Cuándo?
Sofía se sentó en el banco junto a
Bartolo y lo miró sonriendo. Él quería decirle mil cosas y hacerle como ocho mil
preguntas, pero las palabras no le salían. Sólo
atinaba a abrir y cerrar la boca.
—Hola —susurró ella.
Ahora sí que Bartolo pudo hablar.
—¡Hola! ¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo
llegaste? ¿Dónde conseguiste el uniforme?
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¡Qué linda te ves! ¿Cómo estánPascual,
Valentín y Oliverio? ¿Te presto mi
cuaderno? ¿Vienes a buscar a tus pa- pás?
¿Quieres chicle?

La profesora dejó de escribir en el
pizarrón y se dio vuelta.
—Alumno Bartolo, es verdad que dije
que todos la recibieran bien, pero al menos
podría esperar hasta el recreo, ¿cierto?
Todo el curso se rió. Después de un
minuto de silencio, Sofía le habló muy
despacio.
—Calma, en el recreote explico todo.
Ahora concentrémonos en la clase.

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A Bartolo le costó mucho poner
atención. Estaba nervioso y contaba cada
segundo para que tocara la campana. En
cambio, Sofía se veía muy interesada y
tomaba apuntes en el cuaderno que él le
prestó. Al fin sonó el esperado talán-talán y
salieron al patio.
ella.

—Qué entretenido es el colegio —dijo
—¿Entretenido? —respondió él—.Bueno, a veces sí, otras no tanto.
—¿Cuál es tu ramo favorito? —preguntó Sofía.
—Recreo —respondió Bartolo.
Ella sonrió, él quiso hablar de los temas
importantes.
—Bueno, pero cuéntame todo, por
favor. Ya no resisto más.
—Sí, por supuesto. ¿Has visto Televisión hoy?
—No —respondió Bartolo, extrañado.
—¿Y has escuchado radio?
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— Tampoco —dijo, aún más sorprendido.
—¿Y has habladopor teléfono?
—Menos
—contestó,
totalmente
boquiabierto, patitieso y turulato—. ¿Por
qué me haces estas preguntas tan raras?
—Es que hay un problema tremendo,
un enredo gigante. Para que lo entiendas
bien tenemos que ir a tu casa ahora mismo.
—Está bien, ¿pero y el colegio?
—lis cierto, bueno, supongo que
comprenderán que es por una buena causa.
'Salieron escondidos y caminaron hastafa esquina, donde había una moto
estacionada,
—¡La moto-silueta de Oliverio! —exclamó Bartolo.

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—Sí. gracias a ella viajé desde la cordillera
hasta acá. Oliverio fue muy generoso en
prestármela. El único problema es que...
—¿Es cuál?
—Es que Oliverio tenía solamente un
casco y se le ocurrió hacer otro comiéndose la
mitad de una sandía y recortando la cáscara. Si
quieres yo uso ése.No te preocupes, yo me lo pongo. Qué
divertido, un casco de cáscara. Sólo a Oliverio
se le podía ocurrir.
Se subieron los dos a la moto y partieron a
toda velocidad.
Un enredo fenomenal
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A diferencia del zorro Oliverio, Sofía sí
era una excelente conductora. Respetaba los
semáforos, los discos Pare, los Ceda el paso;
en fin, todas las seña les del tránsito. Bartolo
se sentía un...