Luis Pie
Juan Bosch
(República Dominicana, 1946)
ayudaría a seguir hacia el batey; podría pasar una carreta o un peón
montado que fuera a la fiesta de esa noche.
Arrastrándose a duras penas, a veces pegando el pecho a la
tierra, Luis Pie emprendió el camino. Pero de pronto alzó la cabeza:
hacia su espalda sonaba algo como un auto. El haitiano meditó un
minuto. Su rostro brillante y sus ojosinteligentes se mostraban
A ESO DE las siete la fiebre aturdía al haitiano Luis Pie. Además
angustiados. ¿Habría perdido el rumbo debido al dolor o la
de que sentía la pierna endurecida, golpes internos le sacudían la
oscuridad lo confundía? Temía no llegar al camino en toda la noche,
ingle. Medio ciego por el dolor de cabeza y la debilidad, Luis Pie se
y en ese caso los tres hijitos leesperarían junto a la hoguera que
sentó en el suelo, sobre las secas hojas de la caña, rayó un fósforo y
Miguel, el mayor, encendía de noche para que el padre pudiera
trató de ver la herida. Allí estaba, en el dedo grueso de su pie
prepararles con rapidez harina de maíz o les salcochara plátanos, a
derecho. Se trataba de una herida que no alcanzaba la pulgada, pero
su retorno del trabajo. Si él seperdía, los niños le esperarían hasta
estaba llena de lodo. Se había cortado el dedo la tarde anterior, al
que el sueño los aturdiera y se quedarían dormidos allí, junto a la
pisar un pedazo de hierro viejo mientras tumbaba caña en la colonia
hoguera consumida.
Josefita.
Luis Pie sentía a menudo un miedo terrible de que sus hijos no
Un golpe de aire apagó el fósforo, y el haitiano encendióotro.
comieran o de que Miguel, que era enfermizo, se le muriera un día,
Quería estar seguro de que el mal le había entrado por la herida y no
como se le murió la mujer. Para que no les faltara comida Luis Pie
que se debía a obra de algún desconocido que deseaba hacerle daño.
cargó con ellos desde Haití, caminando sin cesar, primero a través
Escudriñó la pequeña cortada, con sus ojos cargadospor la fiebre, y
de las lomas, en el cruce de la frontera dominicana, luego a lo largo
no supo qué responderse; después quiso levantarse y andar, pero el
de todo el Cibao, después recorriendo las soleadas carreteras del
dolor había aumentado a tal grado que no podía mover la pierna.
Este, hasta verse en la región de los centrales de azúcar.
Esto ocurría el sábado, al iniciarse la noche. LuisPie pegó la
—¡Bonyé! —gimió Luis Pie con la frente sobre el brazo y la
frente al suelo, buscando el fresco de la tierra, y cuando la alzó de
pierna sacudida por temblores—, pití Mishé va a ta eperán to la
nuevo le pareció que había transcurrido mucho tiempo. Hubiera
noche a son per.
querido quedarse allí descansando; mas de pronto el instinto le hizo
Y entonces sintió ganas de llorar, a loque se negó porque temía
salir ja cabeza. —Ah... Pití Mishe ta eperan a mué —dijo con
entregarse a la debilidad. Lo que debía hacer era buscar el rumbo y
amargura
avanzar. Cuando volvió a levantar la cabeza ya no se oía el ruido del
Necesariamente debía salir al camino, donde tal vez alguien le
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motor.
—No, no ta sien palla; ta sien paca —afirmó resuelto. Y siguió
se preguntaba qué eraaquello. Mas el fuego se extendía con
arrastrándose, andando a veces a gatas. Pero sí había pasado a
demasiada rapidez para que Luis Pie no supiera de qué se trataba.
distancia un motor.
Echándose sobre las cañas, como si tuvieran vida, las llamas
Luis Pie llegó de su tierra meses antes y se puso a trabajar,
avanzaban ávidamente, envueltas en un humo negro que iba
primero en la ColoniaCarolina, después en la Josefita; e ignoraba
cubriendo todo el lugar; los tallos disparaban sin cesar y por
que detrás estaba otra colonia, la Gloria, con su trocha medio
momentos el fuego se producía en explosiones y ascendía a golpes
kilómetro más lejos, y que don Valentín Quintero, el dueño de la
hasta perderse en la altura. El haitiano temió que iba a quedar
Gloria, tenía un viejo Ford en...
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