Léperas contra mocosos
Las léperas damas
En la calle de La Soledad de la Colonia Maravilla, de Ciudad Torrealta, habÃa una vez tres mujeres que no eran muy queridas por los niños, aunque sà apreciadas por los papás de estos niños. Se llamaban Dulcilanda Colorada, Reina Cristina de los Cielos y la señorita Chucha Torres.
Dulcilanda Colorada era flaca y larga como un bambú. Lo quemás le gustaba en la vida era el color rojo. Disfrutaba â hasta chuparse los dedos â de la sandÃa, el jitomate, las fresas, el betabel y la mermelada de cereza. De beber: agua de Jamaica revuelta con vino tinto y, según cuentan algunos niños que la vieron, con tres gotas de sangre fresca de gallina. Su coche era rojo, al igual que todos sus vestidos, sombreros, zapatos, pulseras, moños,además del lápiz labial con el que se pintaba la boca y el barniz de sus largas uñas. SabÃa tirar con el arco y las flechas y cantaba con una voz tan chillona que los niños, al oÃrla, se llevaban de inmediato las manos a las orejas y huÃan de ella. En cambio, los señores y las señoras de la colonia, al escucharla, le aplaudÃan hasta el cansancio.
-Pero qué hermosa voz tiene â le decÃan-.Parece cantante de ópera.
Como Reina Cristina de los Cielos no tenÃa más que unos cuantos pelos en la cabeza, para cubrirla usaba siempre unos horribles, viejos y sucios gorritos de todos los colores. También le faltaban algunos dientes y le sobraba un poco de nariz. Le gustaba mucho comer hÃgado de vaca con ajo y queso añejo, riñones de cochino y cabezas de pollo crudas. Por eso, cadaque abrÃa la boca salÃa de ella un tufo apestoso, entre carne podrida y llanta quemada de coche. Al menos eso es lo que olÃan los niños, porque los adultos creÃan que tenÃa un aliento estupendo.
-Huele como a mentol y eucalipto.
La señorita Chucha tenÃa el tamaño de un pingüino y la piel de color verde, como si nunca hubiera recibido en la cara un rayo de sol. Su profesión era serinventora. Cuando hablaba, chispas de saliva salÃan al por mayor de su boca, chispas pegajosas de color tamarindo que habÃa que limpiar muy bien de la ropa y de la piel para quitárselas de encima. Y si uno no lo hacÃa rápido, las manchas de su saliva se quedaban ahà para siempre. La señorita Chucha, valga decirlo, nunca soltaba su lluvia de chispas de saliva cuando platicaba con las personasmayores.
-Pero qué educada es-comentaban todos de ella.
Las tres vivÃan en la misma casa porque eran parientes: Reina Cristina de los Cielos era tÃa del primo segundo de la media hermana menor de Dulcilanda Colorada. A su vez, ella era prima del suegro de la hijastra del tÃo de la señorita Chucha, que era también ahijada de una amiga Ãntima del sobrino adoptivo del padrastro de ReinaCristina de los Cielos. Algún tatarabuelo tuvieron en común, ya que las tres se apellidaban Torres.
Eran muy distintas entre sÃ, salvo en dos cosas a las tres les encantaba, les fascinaba y las hacÃa dichosas hacer maldades y decir malas palabras y leperadas a los niños.
-eres un Ãnclito láudano tétrico- le decÃa Dulcilanda Colorada al joven vendedor de periódicos de la esquina-. No sécómo se te ocurre salir a la calle en esas fachas. Eres un verdadero tácito esdrújulo séptimo.
-QuÃtate de aquÃ, papera linfática, pólipo carnoso ectoplasma- tronaba Reina Cristina de los Cielos cuando su sobrino jugaba a las canicas en el jardÃn-. Les voy a decir a tus papás que te encierren y castiguen. ¿Cómo se te ocurre jugar en frente de mÃ, verruga de tiroides purulenta?
-Tienescara de romeritos con camarón, de semillas de papaya en mole âse enojaba asà la señorita Chucha con el hijo de su dentista -. Tu papá te deberÃa quitar todos los dientes, sancocho salado de hÃgado de ternera.
Eran tan groseras e iracundas que los niños de la colonia las conocÃan como las léperas. Y al mismo tiempo eran tan propias y tan amables en sociedad, que todas las personas...
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