Manual de neurocirugía para zombis

Manual de neurocirugía para zombis. Determinación y predeterminación de la muerte (asumir el destino, un tema literario)

Hematófago. Terriblemente agresivo. Pasivo, insensible, de pensamiento nulo. Inconsciente (porque la conciencia para el zombi es una utopía). Así son los síntomas de los muertos vivientes. Características que definen perfectamente el grueso de la población (no sólo deMéxico sino del mundo).

El hado es el antagónico por excelencia, de un protagonista que busca existir y librarse de la obra que lo precede. Cualquier Ulises, lo que busca en realidad, es desfacerse de la tragedia que lo prescribe. Sin embargo la literatura [o cierta literatura] encuentra el modo de darle siempre el mismo lugar, y lo lanza al centro de sus peripecias como un héroe que termina porasumir su destino, y que al volver a su Ítaca, su vida, en cabal fantasía, es la verdad que reina en su casa de cuatro por cuatro.

Este Manual de neurocirugía para zombis, es también un expediente, un sobre con las radiografías de un ente masculino, de edad promedio, enfermo de machismo, ese que pese a las múltiples vacunas que se suministran, sigue siendo el lugar común del mundo. Porque asumir tudestino es similar a dejar que la enfermedad heredada se apodere enteramente de tu fisiognomía. Que lo que puedes llamar "yo", se difumine en ese logos multitudinario que compone tu carne, y así, dejar de ser. O no ser, y ya. Es decir, rendirse al cause prescrito. Caer en la tentación de fundirse en el "todo", con la risible pretensión de adelantarse a la "muerte". [Epicuro mal entendido, odigerido por el bolo de un poder manipulante].

Ante esto, José Miguel Lecumberri, muestra, a su protagonista, en pleno proceso de zombificación [proceso que comparte en este libro, que narra de manera automática, con una oposición primera, o aparente, a la enfermedad, y luego, más claro, con una disposición a entenderla, y así, paulatinamente se va deteriorando, bajo el influjo de diversas drogas:clonazepan, whisky, literatura, sexo, amor/odio, autoenajenación, morbo, tramadol con coca, y la droga final, la determinación alienante (deseo/inmovilidad/muerte)].

Recluso en el cuarto de un ensayo, el autor practica su muerte. [La muerte del autor, en sus propias manos]. Nada más conveniente para el flujo de los grandes intereses en una sociedad que se disocia de sus individuos para volverlosun cúmulo de voluntad consumada. Donde el objeto del deseo no importa, sino lo que importa es el deseo mismo, y la cárcel que lo genera: el laboratorio de la culpa, en donde la premisa es nadie es inocente. Lo cual podría justificar cualquier acto.

¿Qué pasa cuándo descubre el neurólogo que por mayoría (no se confunda con democracia), sus neuronas están cautivas en un condicionamientopavloviano que las impele a repetir una y otra vez la misma escena trágica de inmolación por un "bien" mayor? Es decir, cuando el individuo descubre que es una réplica [semi-humana] y que lo que [él/ella] asumía como individualidad no era sino el común denominador de lo social. Que lo que asumía como transgresión, no era sino estupidez. Esa estupidez que se iguala al mal (siguiendo la banalidad leída porArendt), porque es la inhercia llana de los sucesos (no de los actos). La nulificación de lo personal para ceder al flujo del dominio "supremo". Y la supremacía [por supuesto] no es sino la configuración que trae implantado el "juguete ontológico" por la fábrica.

Lecumberri, desde su palacio negro, parece gobernar el arte de la nulidad. Y su literatura es una mezcla entre el barroco clásico yel grunge: "Piramidal, raquítico, poético tal vez, el hueso se precipita hacia la seda infame que reviste, elegante y marchita, mi último hogar (...) La flor de la muerte in bloom". Prosa poética en donde lo posmoderno se reviste y hace gala de su baile frínico.

En la medida que el personaje/autor va desentrañando la estructura de la cual se asume víctima, se vuelve también el ejecutor, no de...