Moretti

Esteban Moretti

Sale de la casa arrepentido de no haberse afeitado y con solo un yogur encima, pensando en el café con edulcorante que va a pedir cuando llegue a la oficina. Llega corriendo almicro que, después de media hora, lo deja a dos cuadras de su destino. Baja apurado y se sube a la marea de gente que lo deposita en la puerta del edificio. Toma el ascensor, sube tres pisos, recorreel pasillo entra en la cuarta puerta a la derecha. Suelta su gastado portafolios sobre un escritorio lleno de papeles. Suena el teléfono cellular, lo atiende mientras abandona pesadamente su cuerpo enla silla. Empieza el día laboral que será arduo hasta el mediodía. Llama a su abogado, a dos contadores, a un nuevo cliente. Anota algunas cosas en la agenda, habla con su secretaria. Ya es hora desalir. Va hasta la AFIP, saluda a varios conocidos, esquiva algunas miradas de personas contra las que ha actuado. Obtiene los datos y copias que necesitaba. Ahora sigue lo que al principio leresultaba emocionante: la entrevista por encargo a un moroso. Enfrenta al deudor. Lo apabulla vomitando una sarta de problemas judiciales que podría tener de no pagar la deuda. Saca su carpeta con recortes dediarios en los que figuran acciones por edictos judiciales. Es bueno en el arte de persuadir, aunque algunos morosos son realmente incobrables. No aguanta más, pero hasta que no sale a la calle noenciende el cuarto cigarrillo del día. Toma un taxi para volver a la oficina, hoy el día le rindió poco. Ya es tarde pero igual pide una ensalada de frutas como para engañar a su dilatado estómago.Llega a la oficina, lee papeles mientras pasa una y otra vez su mano izquierda por su movida cabellera. Hoy cierra dos casos más. Esto va mejorando. Llama al diario para que repitan el aviso el domingo. Alas 18 termina su jornada y va a tomar un café con los amigos siguiendo el ritual de los viernes. Dos horas más tarde vuelve a su casa, decide hacerlo caminando, hace ya dos semanas que no va al...