Nadie puede saberlo

Páginas: 19 (4745 palabras) Publicado: 26 de marzo de 2013
NADIE PUEDE SABERLO PERSONAJES: Domínguez (Periodista) González (Cristóbal Colón) Gutiérrez (Doctor) Señora Gallinato Rodríguez Martínez Una salita de recibo con muebles de mimbre y adornada con sobriedad. Al fondo: puerta a la izquierda, ventana a la derecha, ambas sobre una galería, con vista a un jardín. Al levantarse el telón aparece Domínguez de pie, sombrero en mano, actitud de visitante.Es un hombrecito pequeño y feble, cuya inseguridad y timidez resaltan a simple vista. A poco entra Gutiérrez, muy culto, y cambian ambos una venia. Gutiérrez. - ¿El señor Domínguez? Domínguez. — Servidor de usted (se dan la mano). Gutiérrez. - Soy el doctor Gutiérrez. ¿Ha esperado usted mucho? Domínguez. — ¡Oh! nada, acabo de llegar. Gutiérrez. -Tenemos a esta hora tanto que hacer... Claro, cuandome han anunciado a un periodista... Domínguez. -Muy amable, señor. Supongo que no habré llegado a destiempo. Gutiérrez. — Llega usted a tiempo y está en su casa. Domínguez. — ¡Muchísimas gracias! Gutiérrez. — Pero siéntese usted señor Domínguez. (Se instalan en dos sillas). ¿De manera, pues, que desea conocer las intimidades de nuestra Clínica?... Domínguez. - Exactamente. Quiero ilustrar a mislectores acerca de cómo se vive en las llamadas "casas de locos". Gutiérrez. —Hará usted una información curiosísima. Una casa de locos siempre es una caja de sorpresas... Se lo digo también como una advertencia. Porque las extravagancias y disparates con que se va a encontrar aquí podrían producirle una impresión demasiado fuerte...
Domínguez. — Estoy prevenido... ¿Va usted, pues, a presentarme asus enfermos? Gutiérrez. — Por supuesto. Su entrevista sería incompleta si no se ba-sase en el conocimiento personal de los recluidos. Domínguez. — Muy bien me parece... (Inquieto). Sólo que no hay en-tre ellos alguno... Gutiérrez (Sonriendo). — ¿Quiere usted decir peligroso, loco furio-so?... No, no tenemos sino enfermos inofensivos, simples chifla-dos... Claro está que uno nunca puede fiarsemucho de esta gente... Domínguez (Incómodo). — i Ah!... de modo que puede darse el ca-so... de que... uno de ellos... Gutiérrez. — No, no, no hay nada que temer. Domínguez. — Pero llegado el caso de que alguno se enfurezca, doc-tor... Gutiérrez. - ¡Ah!, eso es algo serio. Porque la rabia en los locos al-canza proporciones tremendas, convirtiéndose los enfermos en Hércules, ¿sabe?, capaces deestrangularlo a usted con una mano. (Domínguez se lleva la mano a la garganta asustadísimo). Es horri-ble. Hace años una de las recluidas, muchacha de 21 años de edad, mató en esa forma al cuidador del
establecimiento. Domínguez (Impresionado).- i Oh! Doctor... Caramba, ¿eh?... Yo no sabía esto... Gutiérrez. - No está de más que lo sepa, señor. Pero no se impre-sione usted. Domínguez. (Muy incómodo). —¡Oh!, no, doctor, no me impresio-no nada... Es decir, casi nada... Gutiérrez. — No hay que tenerles miedo. Y para que aprenda usted cuan inocentes son en el fondo, voy a relatarle algunas de sus ex-centricidades. (Domínguez saca libreta y lápiz). Así no se asustará cuando los tenga delante.
Domínguez. -No me asustaré. ¡No faltaba más! Gutiérrez. - Uno de los casos más simpáticos es el de "CristóbalColón"... tenemos aquí a Cristóbal Colón (risa de Domínguez). Es ^un caso de manía tranquila, siempre que no se tenga la mala idea de contradecirlo... Pasa este hombre encerrado en su cuarto... ro-deado de cartas e instrumentos, trazando la ruta de su barco... De pronto, descubre "América"... América es el jardín. Entonces ar-ma Colón un escándalo que pone la casa en conmoción... Al díasi-guiente se olvida del magno suceso, y vuelve a descubrir el nuevo mundo. Y en esto está desde hace nueve años. Domínguez. — ¡Nueve años! (Risa nerviosa). Gutiérrez. —Hay casos más raros todavía. Por ejemplo: el de la señora que pone huevos... Domínguez. -¿Que pone qué? Gutiérrez. - Huevos. Domínguez. -Huevos. (Silencio). ¿Cómo es eso? Gutiérrez. — Hay aquí una señora que pone huevos. Domínguez. —Una...
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