Nadie se va a reir
a reír
de Lucía
Leonor Enríquez
Alejandro Arteaga
Cuenta Geneviève Serreau que en los ensayos de la primera represen-
tación de Esperando a Godot en el teatro Babylone, haciaenero de 1953, los
participantes pensaban que el público no entendería nada o se negaría a
comprender. “De todos modos nos habremos dado un gusto”, dijo uno de
los actores como quien desea recuperaruna parte de lo perdido. Perfecto,
darse un gusto es plausible aunque el espectador lo padezca. Sin embargo,
como se sabe, la historia fue totalmente distinta, el público se dividió en
dos bandospero el favorable a la pieza fue mayoría. De esa declaración casi
instintiva, casi de consuelo inútil, “darse un gusto”, pueden surgir preguntas
insoslayables y que retornan eternamente: ¿Cuál es eldeber del teatro?
¿Relatar una historia, divertir, aleccionar? ¿Criticar a una sociedad para
apuntalarla? ¿Darse un gusto personal a costa del público y de su bolsillo?
Y una que preocupa endemasía: ¿cómo recuperar al espectador?
Y esto último puede responderse con velocidad. El pesimismo me
invade y lo digo con pesadumbre: el espectador de hoy se ha perdido sin
remedio, no es cuestión deser demasiado observador. Lo que requiere el
teatro no es atrapar de nuevo a su público sino formarlo desde la nada. Es
probable, casi seguro, que ese proceso arduo tarde veinte años o cincuenta.
Nohay otro camino, sólo el del peligro y el de la apuesta a pérdida pura.
Menciono Esperando a Godot porque en las acotaciones de “La tristeza”, primera parte de Nadie se va a reír de Lucía LeonorEnríquez, se dice:
“Aunque están comiendo un estofado podrían estar en cualquier espacio
y cualquier habitación. Finalmente, habitan el absurdo”. Se evidencia de
inmediato cuál es su estirpe y a quédebemos atenernos. Enarbola una
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tradición y nos sugiere una lectura de su propio trabajo,
aún sin haberla leído.
Nadie se va reír es...
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