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En una mañana, mi papá salió hacia una finca de un tío suyo en compañía de sus primos y algunos amigos, a recoger naranjas. Toda la mañana permanecíanubla porque tenía ganas de llover.
Cando llegaron , todos muy alegres, disfrutaban de las naranjas, entonces recogieron muchas para llevar a la casa, luegocuando regresaban los sorprendió u fuerte aguacero, por lo que decidieron lanzarse al agua y debido a la alegría de todos, silbaban con gran euforia ygritaban unos a otros mientras caminaban sobre el barro y bajo la lluvia.
Entre tanto los toros que escuchaban los silbidos y los gritos se fueron hasta dondeellos se encontraban con su relajo, esto debido a la costumbre de los toros a responder al llamado de los criadores que les sirven sal o melazas.
En elinstante cuando mi papá y sus amigos se vieron rodeados de una manada de toros enormes y sin salida alguna, no tuvieron más remedio que soltar sus naranjas alsuelo y salir corriendo a trepar algún árbol, esperaron a que los toros dejaran de asediarlos y que la lluvia cesara, con tan mala suerte que los toros envez de alejarse, se acostaron todos debajo de los arboles como si estuviesen esperando a que los atemorizados visitantes se bajaran de los árboles.
Parafortuna de mi papá y sus amigos, los trabajadores de la finca que pasaban cerca del lugar vieron la escena y espantaron los toros para que las desafortunadaspersonas pudieran bajar y regresar a casa sin naranjas, asustados y llenos de barro.

Duván Aguirre Díaz
Ángel Monterrosa
Juan José Ávila