Novela XXX

Sus ojos ambarinos se abrieron como platos mientras miraba al hombre que estaba sentado en frente de ella.
“Ya me has oído,” murmuró él. Su intensa mirada se clavó en la suya con expresión inquietante.
“No me utilizarás de esta manera, Okami. No puedo creer que te atrevas siquiera a sugerirlo,” susurró Jimena.
Él arqueó las cejas, pero por lo demás, permaneció tranquilo e impasible. Su miradaarrogante recorrió todo su cuerpo de arriba abajo, desnudándola. Aquello era demasiado, Okami Suárez Valdivia, la persona que había protagonizado más sueños húmedos de los que podía recordar, finalmente se había fijado en ella.
Jimena se paró del sillón y caminó hacia la puerta de la sala, y se paró a medio camino. Volteó la cabeza mirándolo encima del hombro.
“Adiós, Okami,” suspiró. Desearíaque las cosas hubieran resultado de otra manera. Y sobretodo desearía haber podido cumplir sus fantasías de acostarse con Okami, algo que sólo en sus sueños más salvajes y perversos habría podido imaginarse.
Llegó hasta la gran puerta de madera y se dispuso a abrirla. De repente una mano se posó en la viga de madera justo encima de su cabeza e hizo que se detuviese. Tragó saliva con nerviosismo,al sentir el calor irradiado por el hombre que se encontraba atrás de ella. Juraría que estaba excitado. Podía sentir sus ojos intensos e inteligentes taladrando su cráneo. Analizando, evaluando, calculando. Eso era lo que mejor se le daba.
“¿Tú que crees que sea lo mejor? ¿Cuál crees que sería la mejor decisión que puedes tomar, la mejor para ti?” susurró Okami bajo su oreja y se apretó contrasu espalda.
El cuerpo de Jimena se tensó. Él se apretó más contra ella, su gruesa erección presionando contra su espalda. “¡Está bien! Sólo dime qué quieres de mí,” masculló. ¿Sexo? ¿Cuántas veces? ¿Y hasta cuándo?” Jimena giró sobre sus talones, clavando sus ojos ardientes en los suyos. “¿Cuántas cosas te tendría que aguantar?”
Jimena lo empujó un poco hacia atrás para poder mirarlo a los ojos.Él sonrió, un gesto diseñado para enfurecerla aún más. Y lo consiguió.
“Te follaré cuando y como me dé la gana. Quiero ser tu dueño, tener todo el control de tu cuerpo,” dijo suavemente. Demasiado suavemente. Los ojos de Jimena se abrieron de par en par.
“El momento de las preguntas ha terminado,” anunció arrogantemente, con una ceja levantada. “Eres tú quien tiene que tomar una decisión.” Sumirada chocó con sus pechos, luego retrocedió hasta su cara. “Tómala y hazlo rápido.”
Jimena parpadeó, incapaz de formular un pensamiento coherente y aún menos de tomar una decisión que cambiaría su vida para siempre. “¿Por qué hablas de propiedad?” dijo débilmente. “El sexo no es exactamente propiedad…”
“El mío lo será. El mío, no el nuestro.” Los ojos de Okami bajaron de nuevo, devorando suspechos, buceando en su sexo cubierto por su falda. “Me follarás cuando y como yo quiera. Complacerás cada uno de mis caprichos y satisfarás mis más perversas fantasías.” El cuerpo de Jimena reaccionó a sus palabras, excitándose en contra de su voluntad. “Harás lo que te mande”. Los ojos penetrantes de Okami se clavaron en los de ella. “Seré tu dueño,” murmuró. “Por completo.”
Ella tragó condificultad. “Hazme saber tu decisión, Jimena.” Su mandíbula estaba tensa, la miraba bruscamente. “Ya comienzo a impacientarme.”
Jimena aceptó sin vacilar la mano de Okami. Sentía la boca seca como un estropajo. Okami la condujo a la biblioteca mientras reía entre dientes. Sus intensos ojos recorrieron hasta el último rincón de su cuerpo. Su atrevida mirada se detuvo en sus pechos, memorizando el contornode sus pezones. Ella estaba demasiado nerviosa para establecer contacto visual con el hombre sentado en frente de ella.
“Tienes unos pechos espléndidos,” murmuró Okami. “Puedo sentir como tus pezones se yerguen bajo tu blusa.” Jimena consiguió su total atención, se despejó la garganta y apartó la mirada. “¿Es por el frío o por la excitación?” le preguntó.
“Frío,” respondió tímidamente,...