Nunca digas nunca libro PDF

Páginas: 439 (109577 palabras) Publicado: 7 de marzo de 2015
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«No sé si las estrellas sueñan o deciden

nuestro destino, creo sí que nuestro
destino es impredecible y azaroso como
los sueños. Por eso las mujeres y los
hombres de nuestro tiempo aún
temblamos cada mañana cuando el
mundo se ilumina y nos despierta».

Ángeles Mastretta, El mundo iluminado

PRIMERA PARTE

No intentó nadar. Se dejó abrazarpor
el agua tibia y serena sin oponer
ninguna resistencia. Descendía hacia
el fondo de modo pausado y rítmico.
Solo podía oír un leve murmullo de
burbujas de agua, las que se habían

liberado con el impacto y que ahora le
acariciaban la piel. Era el final, lo
sabía, pero no tenía miedo. No era
consciente de que nada la hubiera
golpeado, pero sentía un escozor
punzante en el brazo derecho.Entreabrió los ojos. Una nube de lodo
le impedía ver. Los cerró de nuevo, no
sin cierta dificultad, y volvió a dejarse
acunar por el agua, extendiendo los
brazos. Empezó a sentir algo de mareo
y trató de abrirlos nuevamente. Agitó
la cabeza para retirarse el pelo de la
cara y dirigió su mirada hacia la zona
más luminosa. Pudo vislumbrar el
embarcadero, cuya madera parecía
curva por las distorsionesprovocadas
por el reflejo del agua, y en el borde,

una figura, alguien que parecía estar
contemplándola.
Nadar. Intentar nadar.

1
El comienzo

A medida que el avión se elevaba,
resultaba cada vez más difícil distinguir
lo que quedaba abajo. El paisaje fue
adoptando formas irreales hasta que

desapareció en la lejanía. En un lado,
aún era de día y el sol brillaba como un
punto tenue de luz que pocoa poco iba
perdiendo intensidad, hasta desaparecer
y confundirse con la negrura que, de
forma misteriosa, desde hacía largo rato
reinaba en la otra parte del avión. Fuera
ya no había nada, solo oscuridad. Esa
misma sombra que hacía semanas había
aparecido en su interior y se estaba
propagando lenta pero infatigablemente
por todo su cuerpo. Tragó saliva con un
gran esfuerzo: ese maldito nudo leimpedía incluso respirar.
Quizá todo fuera un mal sueño. Quizá
despertaría en casa y oiría a mamá
preparar café en la cocina, o a papá con

esos aburridos discos de jazz. Quizá
estaba soñando dentro de otro sueño.
Quizá si cerraba muy fuerte los ojos y
conseguía dormirse dentro de ese sueño,
finalmente conseguiría despertarse.
Pero si todo era irreal, ¿por qué podía
sentir el escozor en las aletasde la
nariz, provocado por un llanto que había
durado varios días? ¿Por qué tenía los
ojos hinchados? ¿Por qué continuaba
doliéndole tanto la cabeza a pesar de
haberse tomado varios analgésicos? No,
aunque se despertara, seguiría en ese
avión, cada vez más lejos de su mundo y
más cerca de esa nueva vida impuesta
que no quería tener. No sabía cuándo iba
a volver. Ni siquiera sabía si volvería. ¡Cuántas veces había soñado con irse,
con perder de vista a sus padres durante
un largo tiempo para poder vivir libre,
sin rendir cuentas a nadie! Finalmente
había llegado ese día, pero en nada se
parecía a lo que había imaginado.
Su tía Trudi le puso una mano sobre la
pierna. Desde su llegada, unas semanas
atrás, le habían sorprendido sus
muestras de afecto, su contacto corporal
continuo. La habíaabrazado con fuerza
al verla mientras la besaba
repetidamente en la mejilla; le
acariciaba el pelo siempre que estaban
juntas; le arreglaba la ropa después de
vestirse cada mañana; enlazaba su brazo
con el suyo mientras caminaban por la

calle… No estaba acostumbrada a eso.
Su madre nunca fue especialmente
cariñosa, y mucho menos su padre. Sin
embargo, en aquellos momentos todos
esos gestosresultaban reconfortantes.
Por fin se quedó dormida. No fue un
sueño tranquilo ni reparador, pues podía
oír a las azafatas pasear con sus carritos
de café, el timbre que obligaba a
abrocharse el cinturón y la película que
algún pasajero del fondo estaba viendo.
Aun así, se empeñó en no abrir los ojos
por si, contra todo pronóstico, mientras
dormía, aquel avión la llevaba de vuelta
a casa con sus...
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