ola ka ase
Cierto era.Nunca he visto a nadie más frágil ni más fuerte. Las cataratas que nublaban sus ojos no le cegaban al sufrimiento ajeno. La sordera no le impedía oír el pulso de la calle y los aldabonazos de suconciencia. Su declive físico no era óbice para amar la vida como un adolescente. Ese amor, esa alegría y esa compasión por el prójimo que le acompañaron durante toda su vida, no le habrán abandonado, seguro,hasta su último aliento. “¿Por qué voy a estar triste, si estamos rodeados de milagros?”, contestó a la estúpida pregunta de si no le daba pena la partida. “Piense en un huevo. Un gran invento sintécnica, sin científicos, sin nada. El huevo es una maravilla”. A ver quién era el guapo que le llevaba la contraria.
Nos recibió en su apartamento alquilado frente a la playa de Mijas, en la costa deMálaga. El mar y la luz se colaban hasta la cocina. Estaba escribiendo algo, a mano, el folio sobre una tabilla, de espaldas frente a la ventana y, al levantarse, se alzó ante nosotros un gigantemístico. Una calavera animada por el aura de sus cuatro pelos blancos y el fulgor de sus ojos azulísimos. Puro hueso y espíritu. Pero espíritu enamorado. Fue lo primero que quiso decir. Pregonar su...
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