Over my head.

«Inútil.» «Patética.» «Perdedora.» «Miserable.»
«Acabarás perdiendo.»
Lo peor de aquellas palabras era que nadie me las dedicaba. Al menos, no directamente. Al menos, no gente que pudiera afectarme.
¿Y quién era ese nadie que me las dedicaba?
Yo.

Quizás todos esos años de creciente confianza que había adquirido gracias a lo que superficialmente había pensado que eran familia, amigos,conocidos, se habían desvanecido cuando la pubertad se había apoderado paulatinamente de mí. Cuando la realidad apareció superponiéndose con discreción sobre cada una de las capas de irrealidad confusa que me habían rodeado desde mi nacimiento, hasta aparecer justo delante de mis ojos y sofocar lo que había detrás, encenizándolo y convirtiéndolo en una irrealidad aún más confusa.
Bueno, ahora ya notenía preocuparme de lo confusa que era esa irrealidad. Era ilógica. La realidad me había rodeado con viveza a pesar de lo insulsa que era.
Al principio, había pensado que esa viveza era solo una luz al final del túnel. Que si me acercaba a ella, quizás pudiera encontrar una explosión candente llena de la alegría que me proporcionaba las irrealidadess que me rodeaban antes.
Pero cuando lo habíahecho —cuando me había acercado—, me di cuenta de que esa luz, esa viveza, no era más que una lámpara de aceite dejada allí y a punto de apagarse. Y cuando la vi, no lo pensé dos veces; me acerqué y soplé, haciendo que la llama desapareciera, dejando como recuerdo una voluta de humo que se esparcía con suavidad en el aire, desapareciendo igual que su antecedente.
Y la oscuridad se apoderó de mí.Cada día y para recordar que no debía de dejar abatirme por las lucecitas que aparecían en mi vida para que me acercara a ellas y cayera en alguna u otra trampa, escribía algo, dependiendo de la sensación que más se había apoderado de mí durante el día. ¿Rabia por la cantidad de injusticias que debía de resignarme a aceptar sin ningún tipo de reproche? ¿Felicidad por algunas palabras queintentaban convertir mis tensos labios en una sonrisa? ¿O simplemente vacuidad porque había conseguido adaptar mi indiferente apariencia a mis verdaderos sentimientos? Plasmado, descrito, grabado en papel.
Cuando hube revisado mis palabras una y otra vez y corregido una cantidad de errores que parecían aparecer infinitamente, cuando por fin estaba satisfecha del texto del que era la autora, dejé elbolígrafo junto al papel escrito, cogí este y lo guardé en el cajón en el que guardaba mis libros de texto del instituto. ¿Había mejor lugar para esconder tus pensamientos más ocultos que un cajón con cosas del instituto, cosas que muchos describían como «aburridas», independientemente de si lo pensaban de verdad o no?
Me di la vuelta para ver la hora que aparecía en el despertador, la única fuente deluz aparte del flexo del escritorio.
Las 3:08 a.m.
Irme a la cama, taparme e intentar dormir era simplemente superfluo, porque sabía de antemano que los pensamientos que no había conseguido descargar en mi ritual de escritura nocturno se acribillarían en mí. Y aunque consiguiera cerrar los ojos al mismo tiempo que mi mente, no dormiría más de 3 horas, debido a mi maníaca obsesión de despertarmea las 6. Así que desistí, y, parpadeando frenéticamente para que mis ojos, por así decirlo, se refrescaran, me acerqué a la ventana que se situaba al otro lado de mi habitación, me apoyé al alféizar y dejé que la congelada brisa de la madrugada revoloteara por entre mi pelo y acariciara mi cara y mis brazos desnudos.
Cuando una especie de voz interior había intentado ordenarme cerrar los ojospara que, de una manera u otra, percibiera mejor el frío que empezaba a rodearme paulatinamente, otra voz, indiferente, pero determinada, me lo había impedido.
Y había permanecido con los ojos abiertos, observando el homogéneo cielo negro que cubría la ciudad.
No era la primera vez que ese tipo de contradicciones internas ocurrían. Y como no era más que algo interno, irreflexivamente, las había...