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Cuando pasé por la última puerta antes de llegar a la salida por el túnel norte del castillo, pude escuchar a Alina dando instrucciones a sus subalternas. No entendí mucho, pero me quedé a esperarlaa la puerta de la habitación donde ella estaba. Cuando salió, lo hizo ceñuda; casi molesta. Vestía su ceremonial traje de lino blanco desahogado con encajes rojos pegados a la piel en algunas zonasdel cuerpo, como los senos y los brazos. Bajo la larga falda no parecía haber nada más.

- ¿Problemas con la organización antes de la guerra? – pregunté.

Ella suspiró y me miró.

- ¿Están listostus hombres? Al alba yo atacaré los campamentos enemigos.

Lo pensé un momento. Claramente eso era un suicidio. No pensé que lo dijera en serio.

- No, ya en serio Alina, no es tiempo de jugar.Necesitamos todos los hombres disponibles para establecer resistencia.
- ¿Crees que estoy bromeando?

Se volteó y empezó a caminar a la salida. Me miró una última vez antes de salir de allí.

Mequedé unos momentos coordinando algunas cosas con los guardas del castillo y aproximadamente una hora después salí rumbo a las barracas. El estado del pueblo, era de crisis absoluta. La mayoría yahabía sido evacuada a las montañas del norte, donde sería difícil encontrarles. Todos los hombres hábiles para la batalla fuero reclutados duplicando el número de efectivos del ejercito común de Garland.Pero ¿qué podían hacer un grupo de hombres mal armados y sin entrenamiento? Sacos de carne nada más son; escudos humanos que van a morir a la guerra con más pena que gloria.

Las calles completamentevacías y desoladas. Los únicos lugares donde se sentía algo de movimiento eran las barracas del ejército común de Garland, donde se le daban toscas instrucciones a los más nuevos reclutas.Recientemente había llovido, lo que le daba al ambiente un toque tétrico de lodo y cielo gris. Ya amanecía. Debía tomar mí puesto frente a mis caballeros Eunucos pero antes de eso, monté a Alicio y me...