Pompeya Y Biografias
Así pues, lo que algunos atribuyeron a un cruel castigo de los dioses terminó encontrando al cabo de los siglos una causa más natural, pues el Vesubio era un volcán. Esta afirmación, sin embargo, no sirve de nada si no tenemos en nuestra cabeza el concepto devolcán. El problema está en el hecho de que en latín no existía ni la palabra ni la idea de lo que era semejante cosa. Bien es verdad que ya Cicerón había hablado de las Vulcaniae insulae al referirse a las islas volcánicas o Eolias que se encuentran al norte de Sicilia, pero aún así no dejaba de pensar en el dios Vulcano como morador del Etna. La palabra “volcánico” nos remite, en principio, a estedios mitológico, el Hefesto de los griegos, engañado por Afrodita (o Venus, en el caso de que lo llamemos Vulcano) y dotado de extraordinarias habilidades en el uso de la fragua. Como es el dios del fuego, los antiguos situaban su fragua precisamente bajo el imponente Etna siciliano. Al cabo de los siglos, tuvieron que llegar a nuevas latitudes los navegantes portugueses para que se les ocurrieraaplicar aquella poderosa imagen del mundo clásico a los nuevos volcanes tropicales que descubrían. Aquello fue lo que produjo un singular efecto de ida y vuelta, ya que los descubridores llamaron volcanes a inéditas realidades que, sin embargo, ya eran antiguas. El imaginario grecolatino servía para comprender mejor lo que se iba descubriendo. El Etna, la antigua mansión de Vulcano, pasó portanto a ser un volcán, al igual que ocurrió con el Vesubio. Pero en la época de la erupción del 79, al desconocer las verdaderas causas naturales del desastre, aquel suceso pudo ser visto como una señal del fin de los tiempos. A los pensadores estoicos, como Séneca, les gustaba pensar de esta manera, interpretando así los fenómenos naturales como castigos ejemplares. Cuesta mucho entender quesemejante destrucción sea tan gratuita, y algo parecido sintieron los mismos pensadores ilustrados, como Voltaire y Rousseau, ante el terremoto de Lisboa de 1755. La caída de la piedra pómez y la ceniza sobre Pompeya bajo una interminable noche cuyos únicos resplandores provenían de la lava encendida creó un perfecto imaginario apocalíptico.
Durante aquellas horas de incertidumbre, miedo y agonía,...
Regístrate para leer el documento completo.