poyecto

Personas en la calle.
Nathalia Agüero.
Salgo de mi habitación hacia la cocina. Bolso en mano, listo para la visita diaria a San José. Miro a la pared en frente mío, el reloj marca las siete de lanoche. Saco mi celular y marco el número de Anna. Contesta casi inmediatamente, sin dejarme hablar, me dice que ya está afuera de mi edificio de apartamentos. De camino a la puerta agarro la bolsa conlas tazas llenas de alimento. Después de diez minutos de recorrido en automóvil, parqueamos el carro en la cochera de Doña Marta, ella nos deja estacionar aquí el carro desde que descubrió nuestralabor.
Caminamos por varios minutos, hasta que encontramos a don Carlos; acostado en su lugar usual, en un cartón, abrazando sus piernas pegadas a su pecho, escondiéndose del frío que nos rodea.
-¿DonCarlos?- le dije, agachándome y moviéndole frágilmente el hombro. El señor espantado, pegó un salto. Miró a sus alrededores, hasta que sus ojos nos encontraron.
-¡Chiquillas!- colocó su mano en elcorazón, -ya les he dicho que no me asusten de esa manera. Un día de estos me va a dar un patatús,- se sentó en su hogar y nos miró. Anna tomó la bolsa de mis manos y sacó una taza y una bebida.Tomamos asiento junto a don Carlos y le entregamos su porción diaria.
-Don Carlos, ¿y su cobija?- le preguntó Anna. Aproveché el momento y le di un vistazo a nuestra actual silla. Hace unos días lesregalamos a nuestros amigos un par de cobijas para que pasaran sus noches más cómodos.
Suspiró, agachó la cabeza y respondió –No ven que unos güilas pasaron ayer y me robaron todo- su postura cambió, seenderezó y puso una cara de enojo, decepción de que lo poco que tiene sea arrebatado de su poder.
Puse mi mano en su espalda, en forma de consolación, -Usted no se preocupe, don Carlos, mañana,nosotras le traemos una nuevas y bien calientitas. Ahí vemos a ver cómo hacemos para que no se las roben. Ahora bien, coma. Es su comida favorita, ¿no ve?- le abrí la taza, mostrándole el arroz con...