Reformismo Batllista

El Reformismo Batllista (1900-1930)
El fin de la pax brítannica
La lenta afirmación de este pequeño país del Cono Sur contradijo los pronósticos
conque había iniciado su vida republicana. Siete décadas más tarde, al despuntar el siglo XX,
cualquier observador atento a la evolución mundial podía, sin embargo, volver a arrojar sus
dudas acerca de las posibilidades del Uruguay, de suscapacidades para la autorregulación y
para su inserción en el mundo. La conmoción del «afuera» era por demás intensa pero
también vivida como «cercana»: crisis de la carrera interimperial, Guerra Mundial.
revoluciones sociales, inestabilidad económica y social, desencanto acerca del «progreso» y
del liberalismo, nacimiento de utopías totalitarias y nueva distribución de los poderes
mundiales eranentonces algunos de los fenómenos que debieron marcar a fuego aquellas
generaciones.
Todo contribuía a experimentar el fin de la «estabilidad» v a menudo empujaba a
ejercicios de nostalgia, de desesperación, de utopismo. Así por ejemplo, la revolución
mexicana de 1910 mostraba la potencialidad conflictiva del mundo americano; la Gran Guerra
–moderna, civil total, mundial-ponía en evidencia laclausura de la pax britannica, sucedida por
las catástrofes financieras y monetarias que daban lentamente el paso a la supremacía
norteamericana (de todas formas bien distinta de la de su predecesora): los grandes y viejos
imperios -momo el chino, el turco y el ruso- sufrían sacudones que la misma Guerra no hacía
sino acelerar en su descomposición. Y sobre todo, una suerte de espíritu común, defantasma
o esperanza, «recorría» el mundo: la revolución era inminente. Parecía llegada -por fin, pero
también una vez más- la hora de los que creían posible cambiar la sociedad desde un centro,
para reconciliarla, para depurarla, para asegurarla por mil años, para quitarle su aterradora
incertidumbre...
La Gran Guerra permitió revertir levemente los deprimidos valores de los productosuruguayos v brindó un marco algo más favorable para la recuperación de la crisis financiera de
1913. A la neutralidad proclamada por el país en 1914 le siguió, casi al final del conflicto, un
compromiso mucho mayor en favor de la causa aliada, que de algún modo instauraba un tenaz
alineamiento con «Occidente», al amparo del Panamericanismo. La Guerra se vivió día a día,
con una mezcla de ajenidadque daba la distancia y de compromiso por la posibilidad de estar
presenciando la «decadencia de Occidente».
Entretanto, desde comienzos del siglo los Estados Unidos inauguraban una nueva
política exterior que al poco tiempo se mostraría muy exitosa. Aquel país de grandes
corporaciones y monopolios alcanzaba entonces a su propia frontera, que durante mucho
tiempo había devorado hombres,capitales y emprendimientos. Sus compromisos económicos,
financieros, comerciales harían vana cualquier pretensión de neutralidad ante la inestabilidad
mundial. El relevo de hegemonías sería lento, pues la economía norteamericana no era tan
«mundial» como lo había sido la de Gran Bretaña. Pero aun así, Centroamérica y el Caribe
(Panamá. 1917, 1918, 1925: Cuba, de 1906 a 1909; Haití, entre 1915 y1934; República
Dominicana, desde 1916 a 1924: Nicaragua, en 1912 y 1926. y México en 1914 y 1916)
sentirían por aquellos años los rigores de la «política del garrote» de Teddy Roosevelt,

contemporánea en gran medida de la «diplomacia moral» desplegada en Europa por el
también presidente norteamericano Wilson.
Entre las crisis, la guerra y la paz en aquel mundo inestable, el Uruguay ensayó susreformismos.
El reformismo batllista
Las ya aludidas dificultades de fin del siglo ofrecen al observador de la historia
uruguaya la oportunidad de registrar el mapa de continuidades y rupturas entre las que nació
el reformismo batllista. Entre sus múltiples «funciones», la crisis del 90 operó como un gran
espacio de interpelación al sistema político. A partir de un conjunto de nuevas...