Rene Favaloro

Autoridades de ésta casa de altos estudios, profesores y alumnos, muy buenos días.
Voy a comenzar contándoles un episodio. Es un hecho que le ocurrió a una amiga neurocirujana, que trabajaba comola mayoría de los médicos, con prepagas y obras sociales; entre ellas una muy conocida y considerada de gran nivel.
Cuando la visitaba un paciente por primera vez, para poder tener un panorama de lasituación y luego diagnosticar; la doctora pedía un estudio específico.
Un día la mandaron a llamar de esta obra social tan prestigiosa y le exigieron que deje de solicitar ese estudio con tantafrecuencia, porque era de un elevado valor y ellos “no podían” costearlo. A esta petición, la doctora se negó rotundamente justificando esa decisión: el estudio solicitado era la base de su diagnóstico.Como castigo por no acatar la orden, fue eliminada de la cartilla médica durante un año. Todos sabemos, o al menos los que poseen cobertura médica, que el trabajo de un especialista depende en granparte de que su nombre figure en esa cartilla, y a eso le sumamos la recomendación de sus pacientes. Si el médico no figura en esa nómina que ofrecen estos servicios de salud a sus clientes; pasa a serdesconocida la existencia de dicho profesional, sin la posibilidad de que alguien pueda asistir a una consulta. O también, podría suceder que aquellos que sí se atendían con ese especialista, al nofigurar en la libreta de la oferta médica, dejen de visitarlo.
Como conclusión, podrían darse infinidad de situaciones que sólo conducirían al perjuicio económico y laboral del profesional.
El sucesome llevó a pensar en la historia de la ciencia en la Argentina, que describe la suerte de los investigadores e instituciones científicas de este país, expuestos muchas veces a las inclemencias de sueconomía y de su política; pero ellos son capaces, pese a todo, de producir obras perdurables.
Esta introducción me sirve para referirme con admiración a una persona que fue una eminencia en la...