Teolgia

Páginas: 5 (1250 palabras) Publicado: 16 de noviembre de 2012
PARA LA TEOLOGÍA DE LA ENCARNACIÓN
Vamos a intentar reflexionar un poco sobre el misterio que llamamos misterio de la Encarnación del Verbo de Dios. Y es que aquí está el centro de la realidad de la que los cristianos vivimos, de la realidad que creemos. Pues el misterio de la Trinidad divina sólo aquí nos es patente; sólo aquí nos ha sido dicho el misterio de nuestra participación en lanaturaleza divina; y el misterio de la Iglesia no es más que la prolongación del misterio de Cristo. Ahora bien, en estos misterios, en conjunto, se encierra nuestra fe. Deberíamos, por lo tanto, reflexionar en la teología y en la vida cristiana sobre esa realidad central. Y a veces hablar menos sobre tantísimas otras cosas. Pues tal misterio es inagotable y, comparado con él, la mayoría de las otrascosas sobre las que hablamos carecen de importancia. Es un signo sombrío de la teología y de la predicación eclesiástica el hecho de que sobre el misterio abarcador casi sólo se repita—y un poco aburridamente—lo que siempre se dijo. Sin embargo, la verdad de la fe sólo puede conservarse preocupándose, siempre de nuevo, de ella. Pues también aquí vale aquello de que sólo posee el pasado quienconquista el propio presente. Y de este fallo de la teología sólo puede consolarnos el hecho de que hay hombres que en la vida y en la muerte están unidos al Señor en fe, esperanza y amor. Preguntémonos con toda sencillez: ¿qué pensamos los cristianos cuando afirmamos en la confesión de fe que el Verbo de Dios se ha hecho hombre? Responder a esta cuestión, siempre en renovado esfuerzo, es el quehacertotal de la cristología que nunca termina. Esta cuestión, completamente de principiantes, la planteamos conscientes de que, a pesar de todo, nos propone un quehacer excesivo para una breve hora. Por eso la planteamos reservándonos el derecho de exponer, un poco arbitrariamente, unas cuantas porciones de una respuesta total que, en tanto total, no podemos dar. Al hacerlo, más que repetirlaexplícitamente, suponemos la respuesta del magisterio 139

eclesiástico. ¡No es que las viejas fórmulas que responden a esta cuestión hayan sido derogadas por anticuadas o, incluso, dejadas a un lado por falsas! ¡Dios nos libre! Y es que la Iglesia y su fe son siempre las mismas en su historia propia. Si no, tendríamos acaeceres de una atomizada historia de la religión, pero ninguna historia unitaria de laIglesia una y de la fe siempre la misma. Pero justamente porque esta Iglesia una y la misma tuvo una historia y sigue teniéndola todavía, la fórmula antigua no es sólo el fin, sino también el punto de partida. De tal manera que en el movimiento espiritual de apartamiento de y regreso a ella radica la única garantía, o digamos con más cautela, la esperanza de que hemos entendido la fórmula antiguatal y como todo entender acaece: no de forma que lo entendido quede pasmado, sino que movido salga al misterio sin nombre que sustenta todo entender. Si esto es en general ya así, es decir, si el verdadero entender es siempre el abrirse del cognoscente al interior del misterio que la mirada no alcanza, y si tal misterio no es el resto, sólo provisionalmente y todavía no-dominado, de locomprendido, sino la condición de la posibilidad del comprender aprehensivo de cada individuo, y la incomprensibilidad, que nos abarca, del todo original—Jlámese como se quiera a ese todo—; no es extraño que esto tenga que acaecer sólo cuando el destino aprehensible de la Palabra incomprensible debe ser comprendido El Verbo de Dios se ha hecho hombre. Al enunciar en esta breve hora dicha proposición, con elfin de entenderla, hemos de renunciar a decir algo sobre su sujeto, sobre ese Verbo de Dios en sí a quien tal proposición se refiere. Esto, aun siendo aquí inevitable, es muy peligroso. Pues podría suceder que se errara la intelección de la Encarnación pensando una realidad muy poco clara con ese «Verbo de Dios» que se hace hombre. Es verdad que, a partir de Agustín, la teología escolar sé ha...
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