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Extensión de México
El territorio de México se integra por las superficies continental, insular y marítima.
La superficie continental se refiere a la parte del territorionacional que está articulado con el Continente Americano y la insular, a la superficie de las islas del país.
La superficie marítima está constituida por el Mar Territorial y la Zona Económica Exclusiva (ZEE).
El área que ocupan el mar territorial y la ZEE se define por medio de tratados internacionales (con Estados Unidos de América, Guatemala, Belice, Honduras y Cuba) y está custodiada por laSecretaría de Marina.
Es el número 14:
Territorio nacional en km2
Superficie territorial 1 964 375
Superficie continental 1 959 248
Superficie insular 5 127

Superficie marítima 3 149 920
Océano Pacífico 2 320 380
Golfo de México y Mar Caribe 829 540

Total 5 114 295

EL SUEÑO DE LA MOMIA
R. L. STINE





I N T R O D U C C I Ó N

El museo de mi ciudad era muy pequeño.Cuando los profesores nos llevaban a visitarlo, mis amigos y yo siempre íbamos derechos al mismo sitio... a la sala de la momia.
Yo me inclinaba sobre el enorme sarcófa¬go, incapaz de apartar la vista de la momia, que a su vez parecía contemplarme a través de sus vendajes y ungüentos. Tenía los brazos cruzados sobre el enjuto pecho, y las gasas que la envolvían estaban sucias y raídas.
Un día, cuandoestaba en primaria, to¬dos los de mi clase hicimos una salida al mu¬seo. Yo fui directo a ver a la momia. Estaba asomado al sarcófago cuando unos amigos decidieron gastarme una broma: se echaron sobre mí, me levantaron del suelo y se dis¬pusieron a arrojarme de cabeza en el interior. Yo me puse a gritar. No quería caerme enci-ma de la momia, ni tocarla siquiera.
Por suerte, el vigilante seacercó en ese momento. Al verlo, mis amigos enseguida me dejaron en el suelo.
Escapé de milagro, pero desde entonces siempre me he preguntado qué se sentirá ya¬ciendo en el interior de uno de esos fríos y antiquísimos sarcófagos.
Ésta es la historia de un niño que vive esa experiencia.




ME ASOMÉ POR ENCIMA del hombro de Joanna Levin para ver la vitrina. En la parte superior había un letreroque rezaba: ARTE DEL ANTIGUO EGIPTO. En el interior brilla¬ban bajo el foco brazaletes, collares y pendientes dorados.
- ¡Guau! ¡Son increíbles! - exclamó Joanna. Apo¬yó el dedo en el cristal y añadió-: Yo quiero éste y ese de ahí.
Sacudí la cabeza.
- Son antiquísimos, Joanna. Deben de costar mi¬llones.
Joanna me apartó de un empujón.
- Es mi cumpleaños -replicó-. Puedo escoger el regalo queme dé la gana.
- Sí, pero esto no es una tienda de regalos, es un museo -dije.
Joanna me empujó de nuevo.
- Connor, eres más pesado... que un dolor de muelas.
- ¡Qué fiesta tan genial! -voceó Abbey Foreman desde el otro extremo de la sala.
- ¡Ha sido una idea buenísima! -convino De¬bra-. ¡Celebrar el cumpleaños en el museo de cien¬cias naturales!
- Y sin nadie alrededor -añadió Joanna.
Joshme tiró del brazo.
- Connor, ven a echar un vistazo. He visto a la momia. Es por ahí.
Josh y yo nos encaminamos a la sala contigua. Nuestros zapatos resonaban sobre el duro suelo em¬baldosado.
La sala de la momia era una estancia pequeña y mal iluminada, con el techo bajo y pintado de verde, lo que aún la hacía más oscura. A un lado colgaban fotogra¬fías de las pirámides egipcias y, frente alas fotos, se al¬zaba una pila de ladrillos amarillentos. Según el letre¬ro, se trataba de fragmentos originales de la tumba de Tutankhamón.
En medio de la sala había dos grandes sarcófagos de piedra, a unos pasos de distancia el uno del otro. Es¬taban abiertos, con las losas que les servían de tapas apoyadas en la pared opuesta a las fotografías.
Corrimos hacia el primer sarcófago. Era tan...