Trabajo escolar

Unos días después, tomé la prueba final en el segundo “A”. Mientras las corregía, me volví a encontrar una de Flores. En ese momento, ya me estaba cansando, así que la guardé en mi portafolios yseguí con las demás.
Pasó una semana y entregué los exámenes. La noche anterior me había planteado retar al grupo por la broma que me hacían, pero, cuando llegó el momento, no tuve el valor suficiente.¿Por qué debía culpar a los chicos? Era la explicación más lógica y realista, claro, pero no por ello debía centrarme en lo real y dejar lo sobrenatural de lado. Después de todo, ¿acaso no existían losmilagros? Tenía mi propia creencia de estos: se producían gracias a los ángeles o alguna alma perdida que los salvaba para que luego los ayude a cruzar al Otro lado, pero los humanos no todos loshumanos los veían y por ello no siempre podían auxiliar.
“¿Por qué te niegas tanto a algún hecho extraño?”, me pregunté por décima vez en el día. “Mejor me voy a la casa del viejo Mario”, me dijeluego. Si era lo que yo pensaba, un médium siempre puede ayudar. Solicité una cita y al poco tiempo estaba en su cocina.
—Creo que se trata de un caso del Más Allá, señor —me dijo cuando terminé decontarle la historia—. Si yo fuera su alumno, ya me habría aburrido de hacer eso.
— ¿Qué puedo hacer? —le pregunté.
—Hay dos soluciones: la primera sería bendecir el colegio, pero no creo que funcione, yla segunda, es “llamarlo” para que puedas hablarle.
Yo lo miré confundido, no tenía idea de qué decir, así que me dio un par de días para decidirlo. Terminé optando por la segunda opción, ya que,anteriormente, había leído que solo los demonios y malas energías no podían entrar a los lugares bendecidos, pero no decía nada de esta clase de espíritus.
Durante el plazo de tiempo que transcurriódesde que tomé mi decisión hasta que llegó el día, no dejé de pensar en qué le diría al alumno. Estaba tan preocupado que apenas pude concentrarme en enseñar bien las clases. El instinto me decía que...