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UN ANTIGUO SECRETO
Suzanne Simmons Guntrum



Protagonistas:
Jenny Howe y Robert Lauger

Argumento:
La anticuaria Jenny Howe ganó con facilidad la puja de un escritorio en aquella subasta… ¡Nadie más quería aquella monstruosidad pintada de verde! Transportarla a su casa no iba a ser fácil. Afortunadamente, Robert Lauger le ofreció sus servicios.
El escritorio de Jenny resultó tener ungran valor. Después de hurgar a través de dos siglos de polvo, Robert y ella descubrieron algo raro dentro. Tan raro que el poseerlo puso en peligro la vida de Jenny. El instinto de protección de Robert se despertó entonces, u no pudo evitar adoptar el papel de guardaespaldas.


Supertentación
© 1987 Suzanne Simmons Guntrum.
UN ANTIGUO SECRETO. Nº 19 — 25-7-90
Título original: The GenuineArticle.


Capítulo Uno

— ¡Doscientos treinta a la una! ¡Doscientos treinta a las dos! ¡Vendido al número setenta y nueve por doscientos treinta dólares!
El martillo del subastador descendió sobre el po­dio con un resonante sonido final; el destino del viejo escritorio estaba sellado.
Jennifer Ann Howe esperó a que su número y su oferta ganadora fueran anotados. Luego bajó lenta­mente latarjeta de cartón que sostenía en la mano. El número setenta y nueve era claramente visible cuando lo posó en su regazo.
A pesar de sus buenas intenciones, una sonrisa de satisfacción curvó sus labios. ¡Había conseguido el escritorio! Era suyo por sólo unos dólares más de lo que había estado dispuesta a pagar por él. Deseó abrazarse a sí misma o lanzar un grito de triunfo, pero no se atrevió ahacer ninguna de las dos cosas. Una cara de póquer era tan importante en el mundo de las subastas y las antigüedades como en un juego de cartas de apuestas altas. Porque, en el fondo, ambas cosas eran juegos en los que era tan importan­te la suerte como la habilidad.
—Pero bueno, Jenny, niña mía, ¿qué vas a hacer con un mueble destartalado como ese? —Dijo una voz en tono jocoso desde su mismo lado—.¿Te gusta especialmente el color verde bilis o estás pensando en vender esa monstruosidad en tu tienda?
Jennifer sonrió amablemente a la mujer que esta­ba tomando asiento junto a ella.
—Hola, señora Becker. No me había dado cuenta de que estaba en la subasta.
Hilda Becker se concedió un momento para aca­bar de asentar su cuerpo en la silla de metal plegable. Era una mujer de hombros anchos,amplias caderas y tremendamente curiosa.
—Sí, señora, he estado aquí desde que han empe­zado las ofertas —su mirada astuta recayó sobre la joven—. Me imagino que tú llevarás desde el ama­necer.
—No completamente —dijo Jenny riéndose—. El auditorio no abre hasta las nueve.
Lo que no mencionó fue que ella ya estaba espe­rando fuera cuando el subastador, Clarence White, más conocido en el condado comoWhitey, había abierto las grandes puertas dobles de cristal. En su negocio, solía ser el pájaro madrugador el que se llevaba el mejor bocado.
— ¿Qué has dicho que vas a hacer con esa... cosa? —dijo la mujer, haciendo un gesto hacia el escritorio.
De hecho, Jenny no lo había dicho. Costaba ha­cerse a la idea de que tus asuntos podían ser también los asuntos de todo el mundo. Así eran las cosasen un pueblecito del medio oeste como Newton.
—No pensaba vender el escritorio en The Pack Rat, señora Becker. Lo he comprado para mí —dijo Jenny.
La otra la miró de arriba abajo rápidamente.
— ¿Y se puede saber cómo va una cosita como tú a llevarse a casa un trasto de ese tamaño?
Una cuestión lógica, tenía que reconocer Jenny. Se enderezó un poco en la silla.
—Soy más fuerte de lo queparezco. Además, tengo aquí mi furgoneta, y los encargados de la su­basta siempre me ayudan a cargar lo que no puedo mover yo sola.
Hilda Becker enarcó una gris ceja.
— ¿Y cuando llegues a casa y tengas que descar­gar?
—Ya me las arreglaré de alguna forma.
La señora Becker soltó un bufido.
—No te las vas a arreglar de ninguna forma. Te enviaré a los chicos más tarde para que te ayuden.
Jenny no...